miércoles, 17 de noviembre de 2010

LA PSICOLOGÍA DE UN GUAPO

-¡Qué noche fea, Tauro!- le dijo Carpet Plast a su compañero. Pero este, casi apretando los labios le replicó- Especial para puñaladas- y toomando el cuchillo que tenía en la cintura, lo besó y acarició- Faconcito querido, cuántos entreveros hemos tenido, cuántas veces te hundiste en los corazones!

Carpet, el inseparable compañero de fechorías de Tauro, un guapo venido a menos, era sin duda un elemento indeseable donde aparecía.

Por su parte, Tauro era un hombre provocador y pendenciero, que siempre se había salido con la suya. Pero ahora, la cosa había cambiado, pues Cancer le había quitado su compañero, Libra, que hacía largo rato que quería irse de su lado. Por eso los dos se encontraban en el baldío, esperando a Cancer que lo había desafiado y conviniendo que el que se quedara de los dos, sería dueño de la moza.

Tauro, recostado contra la pared, recordaba, dirigiéndose a Carpet, que con una mano en la medianera lo escuchaba desganado:- Me siento viejo y cansado, tengo menos ligereza en las manos, pero igual lo voy a achurar y cuando la vaya a buscar a ella, de lonjazos que lo voy a dar, en vez de carne va a tener ampollas, para que sepa quién soy yo, si es que no me conocía.

Unos lentos pasos se dejaron oír, y Carpet le indicó que se callara.Ya estaban más cerca.
Por primera vez, Tauro sintió que se le apretaba el corazón, que las fuerzas se le iban, su estómago parecía hundírsele y su cara morena conoció el blancor de la muerte.¡Tenía miedo!
Carpet lo miró casi complacido y ensayó una leve sonrisa, Tauro lo miró e intentó pegarle un puñetazo, pero aquél lo contuvo y con fiereza le dijo:- cuidado, no sea que te ensarte yo y te tire como un saco de huesos en la zanja, pues estoy seguro que Cáncer te liquida.

Carpet, caminando lentamente se fue alejando, y en alta voz iba diciendo, mientras los pasos se oían ya más nítidos:- Esta noche lo liquidan al famoso bardo.
Tauro esperaba la aparición de Cáncer, que no se producía, y su imaginación acicateada por el miedo comenzó a divagar.

Recordaba su primer duelo. Tenía dieciocho años y vio la oportunidad de achurar a ese viejo, que con unas copas de más, invitaba cargosamente a tomar. Cómo le tiró el vino en la cara y la amenaza de compromiso del anciano. Cómo sacó el facón y lo besó, enrollándose rápidamente el saco en el brazo izquierdo. Cómo lo marcó en la cara, sin darle tiempo a sacarse el saco para defenderse, mientras las gotas de sangre, que brotaban de la herida formó un hilo que manchaba desde el cuello al suelo, la camisa y el traje. Cómo con los ojos entrecerrados, el viejo se defendió, y su puñalada le perforó el saco, y le pinchó el brazo, marca que todavía tiene. Cómo al retirarse y al pisar su sangre, el viejo resbaló y él lo ensartó hasta la manija en la barriga, y al tratar de incorporarse infructuosamente, le dio otra puñalada en el corazón, mientras el viejo lo miraba con los ojos grandes, que ahora veía reflejado en el suelo. Cómo al escuchar murmullos dijo: - ¡Invito a todos con una ginebra!

Los recuerdos se agolpaban, iban pasando, pero únicamente se quedaban aquellos en los cuales se había comportado como un cínico ventajero. Como cuando mató a ese pobre trabajador del frigorífico, un despostador indefenso a quien obligó a pelear con una chaira.
Esa mañana, Tauro se colocó con las piernas abiertas en la vereda, y como esta era chica, no había paso, y en la acera, como habían levantado los adoquines y había llovido, estaba cubierta de lodo.

El despostador venía caminando por la vereda, cuando a un metro se detuvo y le pidió que se corriera. Recordó cómo le dijo, que solamente a los hombres le daría paso y no a los "cornudos", cómo el despostador no le contestó y se metió en el barro, se hundió en el pozo hasta la cintura y vanos fueron los esfuerzos para salir de esa situación.

Cuando al fin saió del barro, sacó la chaira para defenderse con tan mala suerte que se le cayó, situación que aprovechó Tauro para enterrarle el cuchillo y sin sacárselo, lo arrastró al pozo donde quedó semienterrado. La sangre brotaba sobre la camisa y luego se mezclaba con el lodo.

Y seguía recordando, como lo del pobre chico que jugaba a la pelota y tenía fama de travieso. Cuando la pelota picó delante de él, la tomó y con el cuchillo la cortó y la arrojó a la cara del chico que venía a buscarla. Cómo reaccionó cuando el chico le dijo llorando que se lo iba a decir al padre, cómo lo tomó del cuello y lo ensartó con el cuchillo. Cómo la sangre se hundía en la tierra seca y se coagulaba.

De pronto, al levantar la vista se encontró con las tres figuras: el viejo, el despostero y el chico, que le dicen: -Nunca fuiste guapo, siempre has sido un cobarde traidor y ahora te mataremos.

Tauro veía que las figuras se acercaban y comenzó a pedir que no se vengaran, y así quedó arrodillado, suplicando.

Al otro día ,en la casa de Libra, se velaba un muerto. Carpet entró y se dirigió a Libra, dándole el pésame.

- Murió como un hombre mi amigo, en su ley, la del cuchillo.

Libra lo miró con desprecio y atendió a otros parientes.

De pronto entró Cáncer y Carpet se dirigió a él diciéndole -Lo felicito, yo sabía el resultado porque era un cobarde.- Cáncer lo increpó -Igual que usted- le dijo mirándolo provocativamente- ¡Epa! No era con usted la cosa. No se puede saber cómo lo mató.
Libra, imaginando que podía pasar lo peor, intervino y contó: - Cuando se presentó Cáncer, vio a Tauro arrodillado con la cabeza hacia arriba y la mirada fija y despavorida.
Lo increpó y al no contestar se acercó y vio que estaba muerto.
Según la policía, tuvo un síncope cardíaco.