miércoles, 29 de diciembre de 2010

CASUALIDAD

LAS PRIMERAS SOMBRAS DE LA NOCHE, COMO SUAVES PANTALLAZOS, IBAN APAGANDO LA VIVA LUZ DEL DÍA. LAS LANCHAS Y BARCOS SE HACÍAN CADA VEZ MENOS VISIBLES, ASEMEJÁNDOSE A GIGANTESCOS MONUMENTOS. UNA TRISTEZA ENVOLVÍA TODO EL AMBIENTE DE LA FRÍA NOCHE. LA LUNA, QUE YA ASOMABA, PARECÍA UN ENORME FAROL.

NORBERTO LIS, A LENTOS PASOS, LLEGÓ AL MUELLE. SU PORTE ERA LUJOSO, PERO ESTABA DESMAÑADO COMO SI HUBIERA SIDO MANOSEADO. ABIERTO EL SACO, FLOJA LA CORBATA Y DESPRENDIDA LA CAMISA. SU CARA, PÁLIDA EN EXTREMO, Y CON HUELLAS DE MUCHO SUEÑO PERDIDO. EL NEGRO PELO CAÍA REVUELTO Y A MECHONES SOBRE SU FRENTE.
SE DIO VUELTA Y ECHÓ UNA ÚLTIMA MIRADA A LA CIUDAD QUE LE HABÍA DEPARADO TANTAS ALEGRÍAS Y DESDICHAS. AHORA SU MIRADA SE HABÍA POSADO EN SU AUTOMÓVIL, ESE COMPAÑERO DE TANTAS CORRERÍAS. MIRÓ DE NUEVO A LAS AGUAS. ¿LE DARÍAN ELLAS LA PAZ QUE TANTO BUSCABA?.
UNA LENTA SOMBRA SE ACERCABA AL MUELLE.

NORBERTO SE QUITÓ EL SACO Y LO ARROJÓ AL SUELO. LUEGO HIZO LO PROPIO CON LA CORBATA. SE SENTÓ EN EL FRÍO CEMENTO. ¿VALDRÍA LA PENA SUICIDARSE? SIGUIÓ PENSANDO CON LAS MANOS ECHADAS HACIA ATRÁS, Y APOYADAS EN EL SUELO HELADO DE LA INVERNAL NOCHE.

-Y PENSAR QUE YO ME REÍA CUANDO ALGUNO SE MATABA PORQUE UNA MUJER LO TRAICIONABA. YO LE DECÍA A MI OTRO YO: A QUIEN HAY QUE MATAR O ECHAR ES A LA MUJER. PERO YO SOY SOLTERO Y ELLA ES MI NOVIA.
Y DESPUÉS DE TODO, NO TENGO EL CORAJE DE MATARLA. SOY UN COBARDE. VOLVER A MI CÍRCULO ES IMPOSIBLE, ME CONVERTIRÍA EN EL HAZMERREÍR DE TODO.

SE RECOSTÓ MIRANDO EL CIELO NEGRO E IMPENETRABLE. SUS MANOS BUSCABAN LA CIGARRERA ENCENDEDOR QUE ELLA LE HABÍA REGALADO. SACÓ UN CIGARRILLO Y LO ENCENDIÓ.
-MALDITO DINERO. ALGUNOS SE MATAN POR ÉL Y YO DARÍA TODA LA FORTUNA POR LA TRANQUILIDAD QUE ME FALTA - SIGUIÓ MEDITANDO.

LA SOMBRA ESTABA YA MÁS CERCA PERO NORBERTO NO SE HABÍA DADO CUENTA.
-MI PADRE CUANDO MURIÓ NO ME DIJO QUE FUERA UN HOMBRE DIGNO; ME RECALCÓ QUE CUIDARA EL SUCIO DINERO QUE ME DEJABA.
-SEÑOR - DIJO LA SOMBRA QUE YA ESTABA AL LADO DE ÉL-¿NO TENDRÍA UNOS CENTAVOS QUE ESTOY SIN COMER HACE TRES DÍAS?

NORBERTO SE INCORPORÓ CASI ASUSTADO. LO MIRÓ DE ITO A ITO. ERA SIN DUDA UN LINYERA EL QUE ESTABA FRENTE SUYO. LAS ROPAS SUCIAS Y VIEJAS ESTABAN RAÍDAS. BAJO EL ANTIGUO SOMBRERO LE CAÍA EL PELO MUY LARGO. SU RENEGRIDA BARBA HACÍA MUCHO QUE NO CONOCÍA EL ROCE DE LA NAVAJA. EL CALZADO, DESCOLORIDO, Y POR SUS RAJADURAS SE VEÍAN PARTES DEL PIE.ERA DELGADO Y BAJO.

-TOME- LE CONTESTÓ NORBERTO, SACANDO UN FAJO DE BILLETES.

-SEÑOR- LE PEDÍ UNAS MONEDAS, NO DINERO FALSO- LE DIJO NERVIOSO EL LINYERA.

-ESTE DINERO NO ES FALSO- LE REPLICÓ NORBERTO CON CALMA ¿NO DIJO QUE TENÍA HAMBRE? PUES HÁGASE UN FESTÍN.
-PERO POR QUÉ ME DA TANTO SI LE PEDÍ UNAS MONEDAS? ESTO PASA DE LIMOSNA. ¿O ACASO ES USTED ES FILÁNTROPO?- SIGUIÓ DICIENDO EL LINYERA MIENTRAS GUARDABA EL DINERO.
-NI LO UNO NI LO OTRO. LE DOY TODO PORQUE YA NO LO VOY A NECESITAR. EN EL OTRO MUNDO NO SE COMPRA NADA
-¿SE PIENSA SUICIDAR USTED? SI A PESAR DE TODO LA VIDA ES TAN LINDA...- REPLICÓ EL LINYERA SORPRENDIDO.
-¿Y JUSTO USTED ME DICE QUE LA VIDA ES LINDA, QUE SOLAMENTE CON VERLO UNO SE CONVENCE DE QUE ES INFELIZ?
EL LINYERA INVITÓ A NORBERTO A SENTARSE SOBRE UNOS CAJONES. LUEGO LE PIDIÓ CIGARRILLOS Y ESTE LE DIO LA CIGARRERA ENCENDEDOR. EL LINYERA SACÓ UN CIGARRILLO Y LE DIO OTRO A NORBERTO, Y LUEGO QUE LO ENCENDIERON, Y AL TIRAR LA PRIMERA BOCANADA, EL RAÍDO DESCONOCIDO PARECIÓ CAMBIAR DE PORTE, DISPONIÉNDOSE A SOSTENER UNA INTERESANTE CONVERSACIÓN.

-PERDONE QUE UNA PERSONA COMO YO QUIERA SABER LO QUE NO LE TIENE QUE INTERESAR, PERO SOY HOMBRE Y BASTANTE JOVEN, A PESAR DE MI ASPECTO, Y SI ME REFIERE LO QUE LE SUCEDE, ESTOY SEGURO DE PODER COMPRENDERLO Y HASTA ACONSEJARLO -
¿PERO, DÍGAME, NO LE DI UNA LIMOSNA CON CRECES ? ¿ O QUIERE TAMBIÉN QUE LE DE MI SECRETO ?
EL LINYERA LE PALMEÓ EL HOMBRO Y ECHANDO HACIA ATRÁS SU SOMBRERO, SE ACOMODÓ MEJOR EN EL CAJÓN, Y CON TRANQUILIDAD LE DIJO A NORBERTO:

-LE PROPONGO UN PACTO. NINGUNO DE L0S DOS NOS CONOCEMOS. USTED ME REFIERE SU HISTORIA Y YO LE DOY MI PARECER; LUEGO YO LE DIRÉ LO QUE ME HA PASADO Y ACEPTARÉ SU CONSEJO.
NORBERTO, CASI CON CONFIANZA YA, SE LEVANTÓ Y BUSCANDO EL SACO Y LA CORBATA SE LOS COLOCÓ.
-BUEN SÍNTOMA, HOMBRE, YA COMIENZA A ENTRAR EN CALOR, Y AHORA SI QUIERE LO ESCUCHO - LE SUGIRIÓ EL LINYERA QUE LO HABÍA SEGUIDO CON LA MIRADA.
- NO SE POR QUE HABLO CON USTED, PERO YA QUE VOY DEJAR ESTE MUNDO LO COMPLACERÉ. AMBOS ARROJARON LAS COLILLAS DE SUS CIGARRILLOS. MI HISTORIA ES SIMPLÍSIMA, PERO SIN SOLUCIÓN.
YO SOY MILLONARIO. HE TENIDO CUANTO HE QUERIDO, Y JUSTO AHORA QUE ME CREÍA MAS FELIZ Y POSEEDOR DEL UNIVERSO, Mi NOVIA, A LA QUE QUIERO CON LOCURA, ME HA DESPEDIDO DICIÉNDOME QUE QUIERE AL PEOR DE MIS ENEMIGOS. IMPOSIBLE VOLVER A MI CÍRCULO, PUES TODOS ME COMPADECERÍAN. PARA MATARLA A ELLA ME FALTA CORAJE. SOY UN COBARDE, POR ESO OPTO POR SUICIDARME YO Y QUE LA OTRA VIDA SI ES QUE EXISTE, ME DEPARE LA PAZ Y TRANQUILIDAD QUE AQUÍ SE ME HA NEGADO.

EL LINYERA SOLTÓ UNA SONORA CARCAJADA. NORBERTO SE SORPRENDIÓ Y LO MIRÓ CON MAS INTERÉS. EL DESCONOCIDO LE PIDIÓ NUEVAMENTE CIGARRILLOS. NORBERTO TAMBIÉN SE DISPUSO A FUMAR.

-PERDONE QUE ME RÍA -LE DIJO TODAVÍA SONRIENTE. PERO UN PROBLEMA TAN SENCILLO NO ES PARA QUITARSE LA VIDA. LE VOY A ANALIZAR SU SITUACIÓN. EN PRIMER LUGAR, PORQUE UNA MUJER LO RECHACE, NO ES MOTIVO PARA MATARLA O MATARSE. MEJOR ES QUE DECIDA DEJARLO AHORA, Y NO DESPUÉS, CUANDO YA NO HAY REMEDIO. POR LO QUE ME DICE, USTED CREE EN DIOS; PUES YO LE PUEDO ASEGURAR QUE SI LA MATA NO TIENE PERDÓN, Y SI SE MATA USTED TAMPOCO LO TIENE, Y ES DOBLEMENTE COBARDE, PUES NO SABE SOLUCIONAR SUS PROBLEMAS, BUSCANDO CON UNA SALIDA TAN FÁCIL OCULTAR QUE ES UN SER INSIGNIFICANTE.

NORBERTO LO MIRÓ MAS SORPRENDIDO TODAVÍA Y RECIÉN REPARÓ EN EL LENGUAJE, LA MANERA DE DECIR DEL ANDRAJOSO PERSONAJE QUE TENÍA A SU LADO. SUS MISMOS ADEMANES LO DENOTABAN COMO HOMBRE DE MUNDO. AHORA LO MIRABA CON INTERÉS CRECIENTE.

CUANDO ERA CHICO, HABÍA LEÍDO MUCHOS CUENTOS EN QUE SUS PERSONAJES ERAN MENDIGOS Y RESULTABAN SIENDO PRÍNCIPES. PERO EL SE DECÍA, YA SIENDO GRANDE, QUE ESO SOLO PASABA EN LOS CUENTOS.
SIGUIÓ OBSERVÁNDOLO CON ATENCIÓN. ESE MENDIGO, BIEN TRAJEADO Y CALZADO, CORTADO EL PELO Y RASURADA LA BARBA, PODRÍA SER UN SEÑOR. COMENZÓ A TENER CURIOSIDAD POR LA HISTORIA DE ESE INDIVIDUO.
SE LEVANTÓ DEL CAJÓN E INVITO TAMBIÉN AL LINYERA A IR HASTA SU COCHE.
-NO CREA QUE HE DESISTIDO DE MI PROPÓSITO, PERO COMO EL FRIÓ SE HACE SENTIR MÁS INTENSO, PREFIERO OÍR SU RELATO DENTRO DEL VEHÍCULO.-
-BUENO, YA QUE ASÍ LO QUIERE, COMENZARÉ- Y DICIENDO ESTO SE SENTÓ CÓMODAMENTE. YO ME LLAMO JORGE TALE. MIS PADRES ERAN EXTRANJEROS, ITALIANOS. VINIERON DE ITALIA CON UNA GRAN GANA DE TRABAJAR. YO NACÍ AL POCO TIEMPO DE LLEGAR ELLOS AQUÍ, HACE TREINTA Y DOS AÑOS.
-¡TREINTA Y DOS AÑOS! -LE DICE NORBERTO- YO LE DABA SESENTA.

JORGE NO SE INMUTÓ Y CONTINUÓ DICIENDO: -EL COMIENZO FUE MUY DURO. TRABAJARON DE SOL A SOL Y A LOS NUEVE AÑOS TAMBIÉN YO TUVE QUE TRABAJAR. LUEGO DE UNOS AÑOS COMENZAMOS A ESTAR MEJOR, PERO SEGUIMOS TRABAJANDO.
EN ESE ENTONCES, UN NEGOCIO AFORTUNADO CAMBIÓ NUESTRA SITUACIÓN. NOS VIMOS DE PRONTO CON MUCHO DINERO, CASI RICOS.
YO COMENCÉ A ESTUDIAR, A PRACTICAR TODA CLASE DE DEPORTES Y A TRIUNFAR EN SOCIEDAD. MI PADRE ME DABA DE TODO, UN PEDIDO MIÓ ERA UNA ORDEN PARA ÉL. QUERÍA RECOMPENSARME LA AYUDA QUE DE TAN PEQUEÑO LE HABÍA PRESTADO. ERA INMENSAMENTE FELIZ, NO PODÍA PEDIR MÁS DE LA VIDA EN POCOS AÑOS Y MEDIANTE UNA SÓLIDA PREPARACIÓN, ME GRADUÉ DE DOCTOR EN CIENCIAS ECONÓMICAS. EN EL DEPORTE NO ERA MENOS AFORTUNADO. FUI CAMPEÓN EN LA UNIVERSIDAD, DE LOS TORNEOS DE BOX, LUCHA Y NATACIÓN, ASI COMO TAMBIÉN DEL JUVENIL DE AJEDREZ.
MI PADRE SEGUÍA TRABAJANDO, PERO UNA VEZ GRADUADO, ME DISPUSE A TOMAR YO LAS RIENDAS DE TODO. MIS PADRES AL VERME TAN ACTIVO ERAN FELICES, Y SE FELICITABAN DE TENER UN HIJO COMO YO.

JORGE CAMBIÓ DE EXPRESIÓN, Y SE CALLÓ DE PRONTO. NORBERTO COMPRENDIÓ Y LO INCITÓ A QUE CONTINUARA CON SU RELATO. FUMARON DE NUEVO Y JORGE CONTINUÓ CON UNA PENA MUY HONDA
-MIS PADRES NUNCA HABÍAN SALIDO A VERANEAR, PERO YO SÍ. POR ESO, CREYENDO HACERLES UN GRAN BIEN, LES INCITÉ A QUE SE FUERAN A MAR DEL PLATA. MUCHO ME COSTÓ CONVENCERLOS, PERO AL FIN, COMO MIS DESEOS ERAN CUMPLIDOS, ACCEDIERON. YO, CON EL PRIMER FRUTO DE MI TRABAJO, LES REGALÉ UN AUTOMÓVIL DE LO MAS MODERNÍSIMO.

DOS LÁGRIMAS GRANDES SE RESBALARON POR SUS MEJILLAS. NORBERTO LO PALMEO CARIÑOSAMENTE DÁNDOLE UN CIGARRILLO. SE LO ENCENDIÓ Y ESTE SE DISPUSO A CONTINUAR HABLANDO.

MUY ALEGRE LOS DESPEDÍ ESA NOCHE, Y UNA VEZ QUE SE FUERON, ME PUSE FEBRILMENTE A LA TAREA DE COMPRAR UN YATE PARA REGALÁRSELOS TAMBIÉN. CUATRO HORAS DESPUÉS, RECIBÍ LA INGRATA NUEVA; EN UN CHOQUE CON OTRO AUTOMÓVIL HABÍAN PERECIDO MIS ADORABLES PADRES.
ESTUVE UNA TEMPORADA COMO LOCO, HASTA QUISE MATARME, PERO COMPRENDÍ QUE CON ESO NO REMEDIABA NADA. MIS PADRES ESTABAN MUERTOS Y YO INDIRECTAMENTE TENÍA LA CULPA.

MÁS ANIMADO Y CASI SONRRIENTE, COMO PARA DISIMULAR SU HONDA CONGOJA, CONTINUÓ:
-DESDE ENTONCES HICE TODA CLASE DE NEGOCIOS ILÍCITOS Y PELIGROSOS. QUERÍA FABRICAR DINERO. NADA ME INTERESABA Y ME UNÍ EN SOCIEDAD CON UN POBRE PERO INTELIGENTE OBRERO DE UNA DE MIS FÁBRICAS. AL PRINCIPIO ME DIO MUCHAS SACTISFACCIONES Y LLEGUÉ A SER EL MÁS RICO DE TODOS. A MI SOCIO LO HABÍA PUESTO CASI A MI ALTURA PERO ERA MUY AMBICIOSO. ME DI CUENTA MUY TARDE DE LO QUE SUCEDÍA. SIMULÓ UN SUCIO NEGOCIO Y ME PIDIÓ PARECER. YO LE DIJE COMO DE COSTUMBRE QUE SI ÉL LO CREÍA CONVENIENTE QUE LO HICIESE. ME COMUNICÓ POCO DESPUÉS QUE SE HABÍA PERDIDO TODO Y DESAPARECIÓ.

REVISÉ FEBRILMENTE TODAS MIS COSAS PERO NO TENÍA NADA.
ME HABÍA ROBADO TODO Y LO HABÍA PUESTO A SU NOMBRE. LO PERSEGUÍ. QUISE MATARLO, PERO ME DETUVIERON POR ESTAFADOR Y ESTUVE PRESO. LUEGO COMENCÉ ESTA VIDA PERO NO ME MATÉ PORQUE ESPERO TODAVÍA VER LA JUSTICIA DEL DIOS SUPREMO QUE TARDE O TEMPRANO LLEGA.
LUEGO MIRANDO A NORBERTO LE DIJO SONRIENTE: -¿ Y USTED SE QUIERE MATAR POR ESO? SI HUBIERA ESTADO EN MI LUGAR QUIÉN SABE LO QUE HABRÍA HECHO. Y COMO RESIGNADO EXCLAMÓ: YO ESTOY CONVENCIDO DE QUE HE ACTUADO COMO CORRESPONDÍA.
ABRIÓ LA PUERTA DEL COCHE Y SE DISPUSO A SALIR MIENTRAS DECÍA: -NO SE MATE, AMIGO, NO LO VALE UNA MUJER.

-ME CONVENCIÓ, PERO AHORA VAMOS A IR A MI CASA Y ALLÁ PODRÁ COMER Y DESCANSAR Y VOLVERÁ SER UN SEÑOR.
JORGE HIZO ADEMÁN DE ENTREGARLE EL DINERO DICIÉNDOLE: -TÓMELO, SI SIGUE VIVIENDO, LO VA A NECESITAR, Y SI USTED ME DA DE COMER, A MI NO ME INTERESA. NORBERTO LE CONTUVO LA MANO Y LE INCITO A GUARDÁRSELO.
BAJO DEL COCHE Y SE SITUÓ EN LA PARTE DELANTERA EMPUÑANDO EL VOLANTE. SE DIO VUELTA Y A MODO DE UNA ÚLTIMA PREGUNTA LE DIJO: -APARTE DE HABERME CONVENCIDO, ME SIENTO CONFIADO Y CONTENTO, Y YA QUE ME HA SALVADO PRÁCTICAMENTE LA VIDA, QUIERO, PUESTO QUE NO LO HE SIDO ANTES DE LOS VEINTICINCO AÑOS QUE TENGO, SER UN HOMBRE DIGNO.
Y YA QUE LA SUERTE ME DEPARA ESTA OPORTUNIDAD, VOY A REPARAR LA INJUSTICIA A QUE LO HAN SOMETIDO.

DANDO MARCHA AL COCHE, LO COLOCÓ EN MOVIMIENTO Y LE PREGUNTÓ: ¿ CÓMO SE LLAMABA SU SOCIO ? JORGE SE ACERCÓ Y CASI AL OÍDO LE RESPONDIÓ: - ESTEBAN LIS -

NORBERTO FRENÓ BRUSCAMENTE EL COCHE. SE DIO VUELTA Y VOLVIÓ A PREGUNTARLE: ¿ COMO DIJO QUE SE LLAMABA SU SOCIO ? -ESTEBAN LIS - LE VOLVIÓ A RESPONDER AMABLEMENTE JORGE- NO PUEDE SER, SE ESTA USTED BURLANDO DE MI -DIJO ENCOLERIZADO -ESTEBAN LIS ERA MI PADRE. ESTA USTED EN UN ERROR.
¿ SU PADRE ? LE RESPONDIÓ JORGE CON SORPRESA Y LUEGO CON VOZ SECA Y TERMINANTE AGREGÓ:
- ME FELICITO DE HABER CONTRIBUIDO A SALVARLE LA VIDA PERO ME LAMENTO DE HABERLO CONOCIDO. LA VIDA TODAVÍA ME GUARDABA ESTA IRÓNICA CASUALIDAD.

SACANDO DESPECTIVAMENTE EL DINERO, LO TIRÓ AL ASIENTO DELANTERO. ABRIÓ LA PUERTA Y SALIÓ CON PRESTEZA Y ECHÓ A CAMINAR BASTANTE LIGERO EN SENTIDO CONTRARIO AL QUE SE DIRIGÍA EL AUTOMÓVIL.
NORBERTO SE QUEDÓ ANONADADO, Y SIN SABER QUE HACER, NUEVAMENTE SU ESPÍRITU ESTABA AGOBIADO. EL HABÍA VIVIDO CON LA SANGRE DE OTRO Y ESE DINERO QUE AHORA MIRABA EN EL ASIENTO DEL VEHÍCULO LE QUEMABA LOS OJOS.
PERO DE PRONTO SE ILUMINÓ SU CARA Y CASI SONRRIENTE TOMÓ EL DINERO Y ABRIÓ LA PUERTA DEL COCHE. BAJO Y MIRO HACIA ATRÁS. UNA VAGA SOMBRA SE ALEJABA. ECHÓ A CORRER MIENTRAS SE DECÍA:
-LE DEVOLVERÉ TODO SU DINERO Y VIVIRÉ POBRE PERO FELIZ. SALDRÉ DEL VICIADO CÍRCULO DE MI SOCIEDAD. TRABAJARÉ Y LO QUE GANE SERA MIÓ, DE MI SANGRE. - ¡JORGE! ¡JORGE! -GRITÓ A VIVA VOZ, ACERCÁNDOSE CADA VEZ MÁS A LA SOMBRA.
LLEGÓ A SU LADO Y TOMÁNDOLO DEL BRAZO LE DIJO RESUELTO: -AQUÍ TIENE SU DINERO, Y LE DEVOLVERÉ TODO LO QUE INJUSTAMENTE LE QUITARON.

JORGE LO MIRÓ CON TERNURA Y PALMEÁNDOLE EL HOMBRO, LE CONTESTÓ: -NO HACE FALTA, YO SEGUIRÉ ASÍ COMO ESTOY, Y ME LLEVARÉ LA INMENSA ALEGRÍA DE SABER QUE EL HIJO DE MI PEOR ENEMIGO ES UN HOMBRE DIGNO Y UN AMIGO.

NORBERTO CASI ARRASTRÁNDOLO LE INCITÓ A SEGUIRLE, MIENTRAS DECÍA: -LE DARÉ TODO, TODO.

LLEGARON DE NUEVO AL AUTOMÓVIL. LA PUERTA DELANTERA ESTABA ABIERTA. INTRODUJO A JORGE EN EL ASIENTO DEL VOLANTE, DICIÉNDOLE: -MANEJE SU COCHE, JORGE. YO LO ACOMPAÑARÉ HASTA SU CASA.
NORBERTO SE UBICÓ EN EL OTRO ASIENTO DELANTERO Y JORGE CON LOS BRAZOS ABIERTOS Y CON DOS GRANDES LÁGRIMAS RODANDO POR SU MEJILLA, LO ABRAZÓ FUERTEMENTE Y LE DIJO:
-TODO SERÁ DE LOS DOS, Y SEREMOS LOS AMIGOS MÁS SINCEROS. LUEGO PREGUNTÓ DÓNDE QUEDABA LA CASA Y CONDUJO VELOZMENTE EL AUTOMÓVIL- BAJARON CASI ABRAZADOS Y ENTRARON.
EN LA LUJOSA MANSIÓN, UNA HERMOSA MUJER ESTABA AGUARDANDO A NORBERTO Y AL VERLO ENTRAR, SE INCORPORÓ Y CORRIÓ A SU ENCUENTRO.

- PERDÓNAME QUERIDO, NO SABÍA LO QUE HACÍA. TE ADORO MUCHO - LE DECÍA MIENTRAS LLORABA AMARGAMENTE.
ESTE LA ABRAZÓ Y BESÓ TIERNAMENTE, MIENTRAS JORGE RIÉNDOSE LE SUGERÍA: - Y PENSAR QUE TE QUERÍAS MATAR, TONTO.

LIDIA, QUE ASÍ SE LLAMABA LA MUCHACHA, SE DESPRENDIÓ DE NORBERTO Y SORPRENDIDA LE PREGUNTÓ:
-¿Y ESTE HOMBRE QUIÉN ES ?
NORBERTO TOMÓ A JORGE Y RIÉNDOSE FELIZ LE CONTESTÓ: -ES MI OTRO YO -

sábado, 11 de diciembre de 2010

UN BAILONGO POR TAPIALES

En mis andanzas por las milongas, voy a referirles un hecho que nos marcó a fuego y nos llenó de satisfacción.

Como todos los sábados, nos vimos con Roberto Babuskínas y comenzamos a planear la salida para ir a bailar. Mirando a Babuskínas le dije: ¿adónde vamos a ir esta noche?
Me miró y me dijo: -esta noche el troesma Carlos di Sarli toca en Tapiales, y allí iremos nosotros para rayar el piso-.

Le manifesté mi desagrado, debido a que tenía la información de que en Tapiales se armaban unas grescas de órdago, a veces con lesiones físicas, por la cantidad de gente de mal vivir que asistía a los bailes del club de fomento de la zona.

Babuskínas se rió y me replicó: -el violinista del maestro me dijo que viniéramos tranquilos porque este club es muy serio y responsable y ninguno se va a pasar de la raya- y agregó -además me dijo que hay unas minas bárbaras que se regalan cuando ven a milongueros de la capital-.

Desconfiando, pero como corresponde a un amigo incondicional, seguí a Babuskinas y tomamos el tren en Villa Lugano. Cuando llegamos a la puerta del club saqué la plata para pagar la entrada. Entonces me frenó Roberto diciéndome: -pará, macho, que hoy estamos invitados por el violinista. No entendía nada, pero me quedé mosca, por lo que decía mi amigo.

De pronto llegó el micro y Babuskínas se acercó esperando al violinista. Cuando bajó el músico, le alcanzó dos estuches con los violines y le dijo. -pibe ¿nos podés llevar estos instrumentos y me esperás adentro? Rápidamente me acercó un estuche y me hizo una seña para que lo siguiera.

Entramos y nos quedamos en un salón, donde estaban los músicos. Después me presentó al violinista que me dijo: - vos siempre nos seguís.
Muy contento le contesté: -soy un fanático de la orquesta.
Acto seguido, saludamos y nos fuimos a la pista para bailar.
El club estaba que reventaba y una mirada hacia las minas nos decepcionó. Con disimulo, le dije a Babuskínas –Macho, estamos jodidos, el ambiente es muy malo. Se trata de un ambiente muy shomeria.
Preocupado me contestó:-no hagas que me decepcione, algo se va a presentar-
Recorrimos la pista con ojos muy avizores y en la pared del fondo estaban sentadas las madres, conversando y las minas paradas, también conversando. De pronto Roberto hizo un comentario que me despertó, -¿Junaste a las minas que están en la esquina?- a lo que le respondí: -no son de primera, pero están pasables.

Ya habían tocado jazz y comenzaron a subir los músicos de la orquesta típica con el maestro.
Babuskinas me dijo por lo bajo: -vamos varón, que aquí arrasamos.
Yo saco a la de la izquierda, vos metele con la que está al lado. Asentí sin mucha convicción, por los tipos que nos rodeaban. Miré fijamente a la morocha y cabeceé. De pronto, la chica miró hacia la derecha y asintió. Había fracasado, la mina salió con otro chabón.
A todo esto, Roberto estaba bailando con la otra chica. Un poco decepcionado, me quedé tranquilo esperando y finalmente me encaminé hacia el bar. Tomé una bebida sin alcohol y esperé a que la orquesta empezara con el jazz. Cuando comenzó la música, me encaminé hacia la pista.
Volví a mirar hacía el conjunto de bailarines y vi a Babuskinas, quien muy respetuoso, hablaba animadamente con la chica y reía constantemente. Con cuidado volví a repetir la operación. Miré fijamente y cabeceé. Esta vez asintió y me encaminé a sacarla. La tomé y empezamos a danzar “El vuelo del moscardón”, todo un reto.

Sucedían las vueltas y cada vez bailábamos más coordinados. Luego tocaron jazz lento y nos acercamos más, todo muy ordenado, casi no pronunciamos palabras, concentrados en la música. Antes de terminar se acercó Babuskinas y con su verborragia habitual hizo unos chistes que nos hicieron reír y nos quedamos hablando.

A esta altura de los acontecimientos, corresponde aclarar cómo estábamos vestidos, lo cual era una constante en nosotros: impecable traje derecho con chaleco. Y las chicas, con pollera acampanada y blusa blanca, la que acompañaba a Babuskinas, y con un vestido celeste ajustado, la que bailaba conmigo. Bien peinadas y perfumadas, hacíamos buenas parejas que contrastaban con el grueso de la concurrencia que vestía muy modestamente y no muy limpios.

A fin de intimar más, le dije a la chica que estaba conmigo si quería ir al bar con Roberto y su acompañante, a lo que dijeron que sí. Por experiencia sabíamos que cuando una chica iba a tomar algo en el descanso es que quería seguir bailando, lo que me puso muy contento. Charlando me enteré que la chica no estudiaba y trabajaba como empleada en una farmacia.

Al sonar los primeros acordes de “La gran muñeca” le pregunté si íbamos a bailar, a lo que contestó que sí. Fuimos a la pista, la tomé y empezamos a bailar. Si bien tuvimos unos desencuentros, la chica bailaba correctamente. Eso me impulsó a probar algunos pasos y figuras, hasta que cuando ensayé “la corrida”, la chica se acercó y me dijo: -yo no bailo con tantos pasos, no creo que lo pueda seguir, si no me dice qué es lo que tengo que hacer. Rápidamente le contesté que si no le molestaba, le indicaría qué hacer. Esto tenía varias connotaciones, pues me permitía acercarme, desplegar mis conocimientos y lucirme. La chica dijo que sí y yo me acerqué a su oído y empecé a desplegar figuras, indicándole qué debía hacer.
Como no sabía, yo me acercaba con la excusa de hablarle al oído, y sin darme cuenta terminó de tocar la orquesta y me quedé esperando a Babuskinas. Cuando vino, guiñándome un ojo me dijo que tenía que ir al baño. Me disculpé con la chica y lo acompañé al baño. Cuando entramos al toilette, que de paso sea dicho estaba muy sucio, Roberto me dijo:- La tenés muerta varón, preparate para irnos cuando termine la milonga. Yo ya chamuyé a mi mina para que al terminar la acompañemos a la casa, vos hacé lo mismo con la tuya, así nos vamos juntos.

Rápidamente reaccioné y le contesté: -Vos estás loco o sos demente, todavía no sabemos qué va a pasar y vos ya te querés encamar. Desde ya no contés conmigo, porque primero hay que ver cómo salimos de aquí.
Roberto nervioso me retrucó: -y entonces¿ para qué apretás a la mina, le colocás la rodilla en las piernas con el grupo de que le querés enseñar los pasos? Dejate de joder, macho. Una mina que se deja hacer todo eso, es porque está caliente y quiere guerra. Si no lo hacés, te va a tomar por trolo o boludo! Y se fue hacia la pista.

Reaccioné lentamente y también fui hasta la pista. Empezaba a tocar la orquesta de jazz.
La chica me estaba esperando, la tomé y empezamos a bailar. Se acercó, me apoyó la lechería y arrimó su mejilla. Aprovechando que los temas eran lentos, me miró y me dijo: -¡Qué cara!, pasó algo?- a lo que le contesté: -No, nada- y seguí bailando, pensando en lo que me había dicho Babuskinas.

Miré a mi alrededor y vi que estaba rodeado por todos los muchachos, vestidos modestamente y no muy limpios, que charlaban muy animadamente y hacían algunos gestos mientras nos miraban.

Casi sin pensarlo y como no era de fierro, la apreté mas haciéndole sentir todo mi cuerpo.
En eso estaba cuando me concentré en la música y me dio la impresión de que estábamos solos en la pista, bailando cada vez más apretados. No veía a nadie. Éramos solo ella y yo, y notaba la mejilla encendida de la chica, que cada vez estaba más caliente.
Comencé a fantasear con lo que haría cuando estuviéramos solos en un zaguán, cuando sentí un golpe que me volvió a la realidad.

Una de las parejas que me había rodeado, me había empujado, desplazándome hacia un costado, lo que me molestó y encarando al que lo había hecho, le dije: -¿Qué pasa macho, querés milonguear conmigo? - a lo que me respondió -Disculpe mozo, no creí que era para tanto- mientras esbozaba una sonrisa socarrona.

Ya muy atento, observaba a mi alrededor mientras danzaba. Terminó la orquesta y la llevé hasta donde estaba ubicada. Enseguida se acercaron otras chicas y empezaron a comentar muy animadamente lo que había pasado. Una de las chicas dijo: -fueron el Cholo y su barra, siempre hacen lo mismo - y de reojo, me miraban.

Silvia, que era la chica que bailaba conmigo, le contestó:- yo bailo con quien quiero, así que no se haga ilusiones- a lo que otra chica, que estaba en el conjunto, le replicó: -tené cuidado, que siempre terminan provocando una gresca- A medio metro de Silvia, junaba el ambiente para ver adónde se encontraban los provocadores.

Ya se me había pasado la calentura por la mina y volví a estar muy atento, analizando cómo se podían desarrollar los acontecimientos. A ser sincero, no noté ningún movimiento raro. Volvió la orquesta típica para cumplir con la penúltima entrada y Silvia se acercó y tomándome del brazo me espetó:-¿más tranquilo? a lo que le respondí -no se preocupe, ya pasó- y tomándola al ritmo de “Refasi” comenzamos a bailar. Cada vez eran menos las indicaciones que le hacía en el oído pero aprovechaba para estar muy apretados, lo que hacía que en algunas vueltas casi la levantara para que girara al ritmo que yo quería. Siguieron luego “El pollito”, “El incendio” y “El choclo”.

Al vernos bailar, muchas parejas se corrieron y nos dejaron espacio. Esto permitió que pudiera desplegar una cantidad de giros y figuras a voluntad.
La verdad es que me estaba luciendo y en un momento, y aprovechando que tenía la mejilla junto a la mía, le di un beso con sentimiento y Silvia se acurrucó aún mas. Cada tanto, cuando las figuras me lo permitían, la besaba cada vez más cerca de la boca.

Cuando el maestro comenzó a ejecutar “Los treinta y tres orientales” noté que ya no teníamos tanto espacio, porque los provocadores estaban haciendo parodias de los giros y las figuras. El maestro empezaba a tocar los acordes de “Bar exposición”, y de pronto, una de las parejas que bailaba muy cerca de nosotros nos dio un empujón que nos hizo trastabillar.

Me separé de Silvia y encarando al chistoso le dije: -¿qué hacés, boludo? Sos un pelotudo- y lo miré fijamente. Sin decir nada, se acercó y levantando una mano tiró un golpe que esquivé, pero rozó a Silvia, que se interpuso. Aparté a Silvia y me abalancé hacia el provocador, colocándole un golpe en el pecho, que lo hizo trastabillar hasta sentarlo en el suelo.

Entonces se acercó el tal Cholo, que increpando al que estaba en el suelo, le decía: -sos un boludo, ¿no te enseñé cómo tenés que hacer?- y acto seguido me tiró un derechazo que esquivé y le pegué un golpe en la frente.

Inmediatamente, los que estaban alrededor me atacaron y me dieron un golpe en la espalda, que me hizo caer de frente. Cuando traté de incorporarme escuché una voz que me decía:- ¡arriba varón, que ahora los cagamos a golpes!

Y corriendo apareció Babuskinas, repartiendo golpes. Nunca deseé tanto que apareciera, y ya incorporado, codo a codo, entramos a repartir castañazos de tal manera, que daba calambres.

Pero se trataba de mucha gente, que empujándonos hicieron que nos cayéramos, con tanta mala suerte que nos golpeamos en la cara y comenzamos a sangrar por la nariz, amén de los raspones que teníamos en la cara y los trajes rotos.

Ante esta situación, la gente que miraba el desigual desarrollo de la pelea empezó a resguardarnos y a empujar a los provocadores. Tal fue el desbarajuste que se armó, que la orquesta paró de tocar y el maestro se retiró al camarín.

Esto provocó que las autoridades del club de fomento mandaran a los cuidadores, a los efectos de terminar con los disturbios y poder continuar con el baile. Cuando los cuidadores estuvieron cerca nuestro miraron a los provocadores, y haciéndoles un gesto con la mano, les dijeron: -¡Vamos! iVamos! Rajen de acá- Como al descuido nos ayudaron a levantarnos.

Luego nos encararon y nos dijeron:-ustedes también se podrían dejar de joder, ¿no saben que acá los muchachos son locales y ustedes los intrusos?. Nos llevaron hacia el camarín y en el trayecto, uno de los cuidadores, que pesaba como ciento cincuenta kilos, me dijo separadamente: -decime pintón, justo le venís a tocar la mina al Cholo?- y agregó, mirando también a Babuskinas: -como me resultan simpáticos, les voy a decir que tengan mucho cuidado cuando se van, porque los van a esperar a la salida y ahí nadie los va a salvar.

Roberto lo miró desafiante y le contestó; -Macho ¿Quién te manda? ¿La contra? Se supone que ustedes vinieron a protegernos y nos das advertencias. ¿ Por qué no le preguntás a la mina si quería bailar con el pintón o la obligaron?

Y agregó muy caliente: -nosotros también te vamos a dar un mensaje: -decile al pelotudo del Cholo, que mano a mano y sin laderos, elija a cualquiera de los dos para agarrarnos a piñas y lo vamos a cagar a trompadas y además le vamos a enseñar cuántos pares son tres huevos.

El negro grandote no contestó y nos acompañó hasta el camarín (pieza grande), donde estaban los de la orquesta del maestro. Cuando se cerró la puerta, Roberto se dirigió al violinista y le dijo: -¿sabe lo que nos dijo el grone grandote?, que tengamos mucho cuidado cuando nos vayamos, porque nos van a esperar y ahí nadie nos va a salvar.

El violinista lo miró y le respondió: -ya estábamos enterados y el maestro les dijo a los de la comisión que no iba a terminar este baile, y lo más importante, que nunca más iba a venir en el futuro. Y agregó: -vayan al baño y lávense bien, que están ensangrentados. El maestro dijo que ustedes vienen en la bañadera con nosotros-

Los de la comisión le pidieron disculpas y le rogaron que terminara la última entrada, que ellos desalojarían a la barra del Cholo y sobre todo que siguiera viniendo en el futuro, porque la gente siempre lo pedía.

Bajo esas condiciones el maestro accedió:- A ustedes les pido que hasta que termine, no salgan de la habitación para evitar otros problemas.

Cuando la orquesta fue a cumplir con la última entrada, nos fuimos y nos lavamos bastante bien, pero comprobamos que teníamos hinchazón en los pómulos y cortes en los labios. Prendimos un faso y sentados, nos dispusimos a esperar el retorno de la orquesta.
Babuskinas, con su verborragia habitual, me decía: -¡Varón, qué noche! Cuántas trompadas que dimos, los cagamos a golpes. Es más, si estábamos mano a mano, los matábamos. ¿Vos te crees que las minas no lo saben? Están chochas de lo macho que somos.

Lo paré y le dije: - Lo que sé, Roberto, es que si no aparecés, los tres chabones me dejaban moscoso. Tengo cada patada en la cintura y en los brazos, en la espalda y las piernas, que da calambre. Estoy todo roto.

En eso estábamos cuando tocaron suavemente la puerta. Babuskinas se levantó y fue a espiar, a ver quién era. Luego, con aire triunfal se dio vuelta y me dijo:- Luisito, aquí hay una dama que te busca.
Me incorporé y fui hasta la puerta. Allí, toda compungida, encontré a Silvia que me dijo; -¿le pegaron mucho? ¡está todo lastimado, y todo por mi culpa!, discúlpeme.

Yo me sentía agrandado, contento, hasta los dolores se me habían pasado, y le respondí:-no me diga eso, en toda milonga siempre se arma algún barullo que se arregla a golpes. Y agregué:-¿por qué dice que todo es por su culpa?

Silvia se arregló el cabello y dijo: -lo que pasa es que hace quince días vino a tocar Pugliese y Norton y yo estuve bailando con el Cholo. Y agregó: -él me insistió para que viniese a bailar, y yo le dije que no sabía si venía y además que tanto él como yo podíamos encontrar otra compañía que nos gustara más y que cada uno podía hacer lo que quisiera, es decir, no le di ninguna esperanza.Es más, cuando usted me sacó y yo no salí, es porque también me había sacado el Cholo y pensando que podía haber problemas, salí con él. Mientras bailábamos, ante su requerimiento, le dije que había llegado un muchacho que conocía de otro baile y que iba a salir con él, a lo que me estuvo preguntando de dónde lo conocía y otras cosas.

Cuando nos separamos, mucho no le gustó, pero creía que estaba todo aclarado y me dispuse a bailar con usted.

Cada vez más satisfecho, le dije a Silvia: - Roberto y yo nos vamos a ir con el maestro pero nos tenemos que quedar guardados hasta que termine. Por eso no fuimos a bailar.
Y agregué: -Lástima que no la voy a ver mas, usted me gusta mucho.

En eso apareció Rosita, que era la mina de Roberto y le dijo a este: -¿Por qué no le da el teléfono de la farmacia a su amigo para llamar a Silvia?. Ella trabaja conmigo en la farmacia y los patrones son muy buenos. Además no es conveniente que nos veamos en Tapiales, para que no se arme mas lío.

Cuando nos despedimos, muy contentos, le dije a Silvia: -¿Entonces la puedo llamar?- a lo que ella respondió: -Por supuesto, nos vemos en Villa Lugano. Acuérdese, en Somellera entre Tellier y Timoteo Gordillo- y se fueron a buscar a sus madres.

A todo esto, el maestro tocaba la última pieza y luego vinieron para el camarín. No pasó mucho tiempo cuando se presentaron las autoridades del club de fomento para saludar al maestro y de paso recordarle que, como había prometido, cuando lo llamaran vendría a tocar con su orquesta.

Cuando salimos con la orquesta nos esperaban, como era usual, los cuidadores del club de fomento, hasta que todos entraran al vehículo. Echó a andar el vehículo, y no habiendo pasado más de una cuadra se sintieron piedrazos contra el rodado. Todos, hasta el chofer, nos agachamos ante la eventualidad de que se rompiera un vidrio, lo que afortunadamente no ocurrió.

Luego de este contratiempo, el vehículo nos dejó en la estación de Villa Lugano. Nos despedimos del maestro, el violinista y de los demás músicos. Y todos, sin excepción, nos felicitaron por nuestro comportamiento.

Eran casi las cinco de la mañana cuando Roberto me dijo: -vamos al café que quiero charlar un rato- a lo que le contesté: -¿todavía no estas conforme con todo lo que nos pasó?
Roberto me miró picadamente y me replicó: -vamos macho, que el que empezó todo el quibombo, fuiste vos y que si no me presentaba te habrían escrachado. Lo empujé y me reí con muchas ganas. Luego le contesté:- lo peor de todo es que tenés razón- y entramos s la pizzería- bar- café.

Pedimos al mozo cerveza y muy eufórico Roberto me dijo, mostrándome un papel: -no te voy a dar el número de teléfono que me dio la mina, así te puedo controlar cada vez que venís a ver a Silvia- y agregó: -Vos sos capaz de venir sin decirme nada. Me causó mucha risa lo que me dijo y le contesté :-Por mí te podes guardar el número donde no te da el sol- mientras empezamos a tomar la cerveza.

Roberto se rió y me alcanzó el papel, que yo rechacé, a lo que me dijo;- tomá macho, este papel me lo dio Rosita para vos, yo ya tengo el mío- y agregó -yo le voy a hablar el miércoles para vernos, si vos querés, le digo que traiga a Silvia.

Contrariado le espeté:-Para un poco varón, que te van a parar el tren y continué:-yo salgo a las cinco de la tarde y a las seis tenemos clases hasta las doce de la noche. ¿me querés decir cuándo las vamos a ver? Lo único que podemos hacer es citarlas para el sábado y no hacer más prácticas de tango.

Roberto me miró riéndose y luego me dijo: -los miércoles las chicas salen a las seis de la tarde y nosotros, mientras no se cure el profesor de economía, tenemos hora libre. Le hablo al preceptor, que es un “langa” bárbaro y podemos entrar a las siete y diez. Es decir, que tenemos una hora para franelear en algún zaguán, además de los sábados.

Alarmado, lo interrumpí y le dije:-Pero estás loco, recién me di cuenta de que si salimos los sábados nos caga la milonga. Roberto me retrucó: -Pare macho que se va a estrellar- y agregó; -ya lo hablé con Rosita, y me dijo que solo van a bailar al club de Tapiales, ya que a otro lugar las madres no las dejan ir, ¬así que los sábados las vemos de seis a nueve, las acompañamos hasta la estación y quedamos libres para la milonga -y agregó:- Luisito, estás muy lento, te hicieron mal los golpes, vos vení conmigo y no te preocupes que yo te conduzco. Le pagué al mozo, terminamos la cerveza y nos fuimos a nuestras casas. Eran las seis de la mañana.

El miércoles siguiente a las cuatro de la tarde me llamó Roberto al trabajo y me dijo: -Luisito, ¿se olvidó que día es hoy? Todavía no se te fueron los golpes? - a lo que le contesté: -lo estoy pensando y además no le hablé- Babuskinas me dijo imperativamente: -pero yo le hablé a Rosita y le dije que íbamos los dos, así que te espero a las seis menos cinco en el bar de Lugano.- y me cortó el llamado.

Mientras me vestía, me quedé pensando, y luego cuando tomé el colectivo, me decidí a ir, porque no podía fallarle a un gomía.

Llegué a Lugano y fui al bar. Cuando me traían un café llegó Roberto con las dos chicas. Los invité a tomar algo pero no quisieron. Pagué y nos fuimos caminando.

Roberto y Rosita se fueron adelante y yo con Silvia, atrás. Silvia me preguntó a qué me dedicaba y qué hacía. A lo que respondí que trabajaba en la Junta Nacional de Carnes, era perito mercantil y estudiaba en la facultad de ciencias económicas.

Y luego agregué: -además soy católico e hijo de italiano y de argentina. Mi viejo se llama Luis, como yo, y mi madre se llama Teresa.

Después me tocó el turno a mi y ella me respondió que era hija de argentinos, que trabajaba en la farmacia haciendo de todo y que no estudiaba porque no tenía tiempo y tenía que ayudar a sus padres.
Dimos una vuelta grande y aprovechando el momento, la tomé del brazo como al descuido, luego me acerqué y la besé en la mejilla, a lo que ella me espetó: -Mire Luis, usted va muy rápido y yo no estoy acostumbrada, vayamos despacio que hay tiempo para todo- a lo que le contesté: -Lo que pasa es que me gusta mucho y quisiera intimar más.

Ya eran las siete y esperamos a Roberto y Rosita. Cuando nos despedimos, Roberto (¿cuándo no?) les dijo a las chicas que nos veríamos el sábado a las seis de la tarde pero que nos quedaríamos hasta las nueve. Por eso, podíamos ir al cine de Lugano y ver una película, a lo que las chicas dijeron que estaba bien, y nos despedimos luego de acompañarlas a la estación.

Cuando íbamos a la facultad, Babuskinas me dijo: -vamos a ver si yendo al cine podemos chapar más, porque no me gusta que se haga la estrecha. ¡Me hizo caminar como quince cuadras!: -¿Y a vos cómo te fue?- Lo miré, y cuando estábamos entrando le respondí: -Cuando quise avanzar me paró la chata, así que veremos.

El sábado siguiente nos reunimos en mi casa para seguir practicando nuevas figuras. A las dos de la tarde apareció Roberto impecablemente vestido. Al verlo le dije: -¿Vas a un casamiento, pichón?
a lo que me contestó, por lo bajo: -A vos las piñas te siguen haciendo efecto varón- y agregó: -Ayer le hablé a Rosita y quedamos que hoy vamos al cine, con Silvia- y siguió: -así que cambiate a las cinco, que tenemos que estar en la puerta del cine de Lugano a las seis.
Lo miré y le dije: -Pero vos siempre resolvés por mí, macho. Eso quiere decir que no tenemos tiempo para practicar- a lo que me contestó: -Cuando se trata de minas, siempre estoy atento, y además, dejame de joder, Luisito, no me digas que vos no querés.

Socarronamente le dije:- ¿Y qué película vamos a ver? Roberto me contestó gritando: -¡La película del pirucho, gil! ¡ Yo voy a tocar carne fresca, boludo! y puso en el tocadiscos, discos del maestro.

Empezamos a practicar y a las cinco de la tarde me fui a vestir, mientras mi vieja nos servía unos sándwiches monumentales. Ya bañado y empilchado, me fui con Babuskinas y como llegamos con tiempo, entramos al café. Antes de las seis llegaron las chicas y nos dirigimos al cine.

Roberto, con premura, sacó las entradas y nadie preguntó qué película daban, aunque yo de reojo vi que pasaban “Por quién doblan las campanas”.

Ya dentro de la sala, Roberto se dirigió hacia la derecha, bien atrás, con el grupo de que le molestaba la vista. Pasó el chocolatínero y lo llamé, cada uno se sirvió lo que apetecía y luego apagaron la luz. Casi al unísono, los dos pasamos el brazo por el hombro de la chicas y las dos lo permitieron.
Había comenzado la película y empecé a besarla en la mejilla y con la mano a tocarle la pierna.
Silvia me levantó la mano y me dijo: -Luis, ya le dije que va demasiado rápido. A lo que le contesté: -Es que estoy muy ansioso y quiero besarte y tocarte- Por favor Luis, no sigas adelante porque nos puede ver la gente y no me gusta- siguió rezongando Silvia, en un susurro.

Pasó un instante y como no dijo más nada, volví a poner la mano en su pierna y no me la sacó, pero me puso suavemente su mano encima de la mía de manera que no se viera. Estaba tan ensimismado en mi tarea, que no me di cuenta de que las luces se habían prendido. Silvia rápidamente me corrió la mano e intentó pararse, entonces dije como al pasar: -¿ya son las ocho? ¡cómo paso el tiempo!
Mirando a Roberto y guiñándole un ojo, nos paramos y comenzamos a caminar hacia la salida. En la vereda nos compusimos y nos dirigimos hacia la estación, donde estaba el café.

De pronto, Roberto con Rosita se detuvieron en un zaguán y Silvia y yo pasamos de largo. A unos pasos, también encontramos otro zaguán y allí nos quedamos. Charlando animadamente fuimos entrando al zaguán, completamente oscuro, y en un descuido, la besé. Ella tímidamente interpuso un brazo y yo la seguí besando. Ella no puso más resistencia y seguí adelante con todo.
Estábamos en lo mejor cuando se escuchó el ruido de la cerradura de la puerta cancel interna.
En un segundo nos compusimos y como pudimos, nos dispusimos a ver qué pasaba.

De pronto apareció un señor mayor, que con una sonrisa nos espetó: -No se molesten, pero les aviso que en una hora tengo que venir con gente y sería prudente que no estuvieran.- y agregó: -No se inmuten y sigan con lo que estaban haciendo, que nadie los va a molestar.
Tímidamente le contesté, mientras el señor se iba:-En un rato nos vamos, disculpe.

Y continuamos a todo tren.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

El Halo Azul

La tarde gris y el fuerte viento presagiaban lluvia. En el cielo se veían gruesas masas de nubarrones negros.
En el centro de la ciudad, las calles estaban abarrotadas de gente y automóviles que pugnaban por pasar a favor de los semáforos.
Aries, con paso decidido, se encaminó hacia la parada del ómnibus número ciento treinta y cinco que lo dejaba a tres cuadras de la casa donde lo esperaba su familia.
Una señal con el número del ómnibus indicaba la parada, donde había diez personas esperando.
Luego de aguardar pacientemente por espacio de quince minutos llegó el ómnibus.
Paró y subieron siete personas, tres de ellos colgados.
En la parada, Aries pensaba qué ingrata había sido la vida con él, en los sueños que había acariciado desde niño y en lo poco que podía darles a los suyos a pesar de tener un título universitario.
Rememoraba todo lo que había hecho y lo que hacía para poder ganar un peso más con el fin de enviar a sus hijos a la universidad. A pesar de esto muchos ejemplos se interponían en su propósito, pues muchos clientes de su estudio eran albañiles, relojeros, verduleros, tenderos, etc., y ganaban fortunas con negocios turbios que él asesoraba para que dentro de lo posible estuviera de acuerdo con las leyes.
Un gran estruendo, de un rayo, lo hizo volver a la realidad. Gruesas gotas de lluvia comenzaron a caer levantando una tenue polvareda sobre el pavimento, luego de lo cual un incipiente humo se elevaba, incrementando la humedad reinante.
Trató de guarecerse en una saliente del edificio de departamentos cuya puerta daba frente a la señal.
Llovía cada vez con más intensidad hasta que divisó el ómnibus, que a gran velocidad levantaba una cortina de agua.
Cuando faltaban pocos metros para llegar a la señal, el chofer aplicó los frenos pero estos no respondieron y arrastró el coche treinta metros después de la señal.
Los tres que esperaban y Aries corrieron bajo una espesa cortina de agua. Por fin paró el ómnibus y subieron los pasajeros. Creyendo que todos habían subido, el chofer arrancó y Aries hizo un esfuerzo con el fin de alcanzarlo pero como las suelas de sus zapatos estaban gastadas patinó en la vereda. El ómnibus siguió y Aries aterrizó arriba de una tapa de luz que la empresa de energía tenía instalada.
Por efecto de la fuerte lluvia se había inundado y salían fuertes chisporroteos. Cuando Aries quedó sentado encima de la tapa se produjo un corto circuito y un halo celeste contorneó el perfil de su cuerpo.
Un grito seco profirió Aries y quedó tirado cuan largo era.
Dos trabajadores de una obra en construcción se acercaron y trataron de auxiliarlo. Cuando lo tomaron para socorrerlo, en tan siniestra posición, hicieron corto circuito.
Una intensa y corta llamarada los cubrió y los fulminó, dejándolos como un carbón encendido.
Luego de esto, una violenta explosión arrojó a los trabajadores y a Aries, junto con la tapa, al medio de la acera.
Nadie se acercaba, hasta que de un negocio llamaron a la policía.
El tráfico estaba completamente detenido, observando a los tres hombres que yacían en el pavimento. La lluvia arreciaba, a pesar de lo cual, más de doscientas personas se agruparon preguntando animadamente.
De pronto se escuchó un estruendo de sirenas y al instante aparecieron la policía, la ambulancia, los bomberos y el camión de salvataje de Energía Eléctrica.
La actividad de estos idóneos se dificultaba porque la explosión había provocado un apagón que afectaba toda la zona.
La policía hacía preguntas a las personas que habitaban las casas y locales, inquiriendo cuál había sido el motivo del accidente.
Los integrantes del camión de salvataje procedían a aislar los cables, a los efectos de que no sucedieran nuevas explosiones con el consabido peligro. Hecho esto, el jefe de la cuadrilla habló con la central para que enviaran refuerzos y elementos. Antes de que armaran una carpa para que no entrara más agua en la Caja, se podía observar en la gran maraña de cables de todo tipo y grandor que la mayoría estaba fundido en un gran pozo negro y profundo.
Los bomberos verificaban que los dos trabajadores de la construcción se encontraban desafortunadamente carbonizados y procedieron a taparlos.
Pero en el caso de Aries, uno de los bomberos comenzó a hacerle respiración boca a boca, cuando se acercó el practicante médico de la ambulancia y le indicó que se lo dejara a él.
El practicante médico continuó con la respiración boca a boca y al ver una pequeña reacción ordenó que acercaran la camilla y el suero. Lo pusieron en la camilla y lo cargaron en la ambulancia, que cerró las puertas y partió velozmente.
Poco tardó en recorrer las veinticinco cuadras que la separaban del centro asistencial. Al dar vuelta la rotonda de entrada se divisó un extenso parque coronado por almácigos de flores, con un gran reloj, cuyas agujas y números estaban ornamentados de violetas.
La fuerte sirena convocó al personal de guardias, que pronto ayudó a retirar la camilla con el suero incluído y conducirla por el corredor hacia la sala de terapia intensiva, donde luego de entrar, se cerró herméticamente la puerta.
Una vez instalado en la cama especial se le colocó oxígeno, ajustándole una máscara en la cara.
Uno de los médicos rápidamente tomó el pulso, que casi no existía y probó varias veces, mientras se preparaba el resucitador.
León -dijo el médico que tomaba el pulso- cada vez que le tomo el pulso siento un gran cosquilleo, como la descarga de un timbre, y casi no noto los latidos.
-Dejate de pavadas, Esteban, y desnudale la parte de arriba -dijo León- porque sino se muere.
Esteban trató de sacar el saco, la corbata y la camisa pero no pudo; insistió y volvió a sentir el cosquilleo. Además la ropa estaba toda chamuscada.
León, al ver esto, actuó con gran decisión y procedió a aplicar los dos polos en el pecho de Aries. Ni bien tocó la camisa surgió una llamarada azul celeste que tomó los brazos y parte de la cara de León, mientras se fundió el aparato resucitador.
León pudo retirarse a tiempo, mientras Esteban con una manta cubrió a Aries y trató de sacar los dos polos.
Lo logró luego de un gran esfuerzo y lo tiró al suelo y procedió a auxiliar a León -Enfermera- dijo imperativamente- deme una compresa húmeda.
Mientras revisaba a León asistido por los médicos y enfermeras, casi ninguno reparó que Aries había abierto los ojos y pugnaba por incorporarse.
-Bueno, bueno- dijo Esteban a León- esto no pasó de un susto- y agregó con picardía- lo único que la cara te quedó estropeada y se acabó tu fama con las pibas.
Recién reparó en Aries, que trabajosamente se había parcialmente incorporado.
-¿Qué hace?- dijo Esteban enojado- acuéstese y no se mueva, que casi se suicida un médico por su culpa.
-¡Enfermera! Llame urgente al doctor de energía nuclear.
Mientras la enfermera cumplía el encargo, Esteban se sentó en la cama junto a Aries y le dijo:
-Señor, ¿me escucha?- a lo que Aries asintió con la cabeza.
-¿Me puede decir qué pasó? ¿Cómo se siente? Despacio por favor.
Aries respondió:
-No me acuerdo, no sé nada. ¿Donde estoy?
-Está en el hospital-dijo Esteban y agregó- No importa, descanse.
-Enfermera, colóquese guantes de goma y revise si el paciente tiene documentos, pues tendríamos que llamar a los familiares. Además, llene una ficha con todos los datos.
En ese momento llegó el médico de energía nuclear y miró a Esteban, que se incorporó rápidamente.
-Doctor, lo llamé porque quiero que lo revise. Le prevengo que al tomarle el pulso sentí un cosquilleo y cuando le pusimos el resucitador se fundió, con el antecedente que fue recuperado de la calle en una explosión provocada por la lluvia y los cables de alta tensión.
-Algo me adelantó la enfermera, por eso traje este aparato para auscultarle- respondió Saúl Guido, que así se llamaba el médico.
Colocó con cuidado los dos polos del medidor sobre el pecho de Aries y se produjo una chispa que fundió el aparato.
Tiró el medidor y agregó:
-Tenemos que llevarlo hasta la sala de Energía Nuclear y revisarlo con aparatos de más potencia- a lo que Esteban asintió y ordenó que con guantes de goma lo pusieran en la camilla toda cubierta con una manta, de manera que el cuerpo de Aries no tocara ningún metal.
La sala estaba repleta de instrumentos costosísimos para la investigación médica con energía nuclear.
Saúl, seguido de otros médicos, procedió a acercarlo a un gran pulmotor, a efectos de tratar de medir esa energía que despedía Aries y lograr explicar la causa por la que estaba vivo.
Terminadas las pruebas y de nuevo en la camilla, Saúl procedió displicentemente a hablar con Aries.
Luego de cerciorarse de que Aries lo escuchaba le dijo:
-Quiero que me refiera qué siente y si recuerda algo.
A lo que Aries le respondió:
-No me acuerdo de nada y me siento bien. Lo que no sé es cómo me encuentro aquí, quién soy y cómo me llamo.
Saúl, luego de mirarlo, dijo:
-Le saqué el suero y quiero que beba ese té tibio que tiene en la mesita.
Aries se incorporó, tomó la tasa y con dificultad bebió.
-Bueno, le comunico que lo vendrá a ver el doctor Héctor Jorge, que es especialista en psiquiatría, análisis e hipnosis para tratar de que recupere la memoria- agregó Saúl y se fue.
Al rato llegó el psiquiatra con el administrador del Centro Asistencial.
-Señor- dijo el administrador- no hemos podido llamar a su familia porque sus documentos estaban chamuscados. Esperamos que el doctor pueda hacerle recordar algo que nos pueda guiar, por lo menos para saber si tiene alguna Obra Social- y dicho esto se retiró.
En el pasillo se encontró con Saúl y le dijo:
-No sé si dará resultado y podremos resarcirnos del costo, si no lo derivaremos a un asilo del Estado. No sé cómo me hice convencer.
-Saúl le replicó:
-Se hizo convencer porque si logramos determinar la razón de su supervivencia estaremos en el umbral del mayor descubrimiento científico- y agregó- No se olvide que todas las pruebas nucleares nos indican un campo de fuerza desconocido para nosotros e integrado perfectamente a funciones biológicas vitales, y que va aumentando al paso del tiempo- y dicho esto se despidieron.
En la sala de energía nuclear, el psiquiatra procedió a cerrar cuidadosamente la puerta para que no fuera molestado. Se sentó al lado de Aries y le dijo -A medida que lo ausculte, usted me dirá lo que sienta con lujo de detalles.
Procedió a tomarle el pulso y notó algo muy particular: un intenso cosquilleo y un esfuerzo muy grande por asirle la muñeca, lo que en definitiva no pudo hacer. Inmediatamente preguntó:
- ¿Qué sintió?
- Nada en absoluto -contestó Aries.
Héctor Jorge sacó un reloj de bolsillo con una cadena larga de plata y se incorporó. Se puso frente a Aries, comenzó a balancear el reloj y le indicó que siguiera el movimiento atentamente.
-Ahora va a dormir profundamente.
Luego de un momento procedió a decirle:
- ¿A qué se dedica? ¿Cuál es su trabajo?
Aries, con un gran esfuerzo, comenzó a decir:
-Soy especialista en asesoramiento de impuestos y tengo un estudio donde atiendo a mis clientes, que por lo general son empresarios que acuden para eludir impuestos, con lo que hacen inversiones al margen de la ley.
Con estas inversiones amasan cuantiosas fortunas, con las cuales son cada vez más poderosas y pagan todo hasta las inspecciones del Estado, con lo cual blanquean todo su patrimonio sin ningún riesgo.
Héctor Jorge, visiblemente interesado, trató de obtener más información y preguntó:
-¿Y cómo logran hacerlo?
Aries, como un autómata, sin moverse continuó:
-Hay muchos sistemas, a saber: comprar con factura y vender sin factura, con lo cual aumenta los gastos, rebaja la ganancia, paga menos impuesto y con el dinero sin declarar hace inversiones que le dan mucho beneficio; comprar o vender una propiedad a un bajo precio, con lo cual se blanquea sin pagar impuestos una gran cantidad; iniciar una sociedad ficticia que solo dure un año y luego iniciar otra y así sucesivamente. No se registra en los padrones de Impuestos y no se paga ningún tributo al estado.
El psiquiatra tomó lápiz y papel y prosiguió haciendo preguntas acerca de quiénes eran los clientes y cuáles eran las evasiones cometidas.
Luego de obtener toda la información, guardó el papel cuidadosamente y prosiguió:
-¿Cómo fue que recibió la descarga eléctrica, qué sintió y por qué no lo afectó?
Aries siguió contestando trabajosamente:
-Cuando corrí al ómnibus sentí que algo me cubrió y me impulsó hacia la tapa. Cuando la toqué me sentí rodeado de un halo azul, pero no podía moverme y en el momento en que los trabajadores me tomaron de los brazos se hizo el cortocircuito, voló todo y quedé aturdido.
El psiquiatra siguió preguntando con mucha atención:
-Pero ¿cómo es que no sufrió ningún golpe, ni le afectó la descarga eléctrica?
Aries agregó:
-El halo azul no me dejó llegar al suelo, hizo de paragolpe. Yo no sufrí absolutamente nada.
Héctor Jorge pensó un momento y luego dijo:
-Golpearé los dedos, despertará y no recordará nada de lo que me dijo. ¿De acuerdo?
-No recordaré nada de lo que le dije- contestó Aries.
El psiquiatra tronó los dedos y Aries despertó. Luego dijo:
-No ha podido recordar nada, ya haremos otras sesiones.
Abrió la puerta y se dirigió al administrador:
Es un caso muy raro, no hemos podido obtener ninguna información, sin embargo, este señor me interesa y si usted no se opone, me lo llevaré a mi consultorio para seguir con sus sesiones de hipnosis.
El administrador, contrariado pero contento, contestó:
-No, de ninguna manera. Ya le hago la orden para que lo pueda sacar. Lo único que siento es el dinero gastado que no podrá recuperarse. Pero lo importante es no gastar más.
El psiquiatra hizo levantar a Aries y lo condujo a su domicilio. iba pensando cómo podía utilizar ese regalo que le había hecho el destino. Recordó que debía pasar por el gimnasio de box, donde era médico recuperador de casos psicológicos y se detuvo. Al entrar buscó al entrenador Luis Nocaut y le preguntó por los casos que le habían asignado, a lo que el entrenador le respondió:
-Todo está tranquilo, no hay nada por ahora- volvió al coche y una idea recorrió su mente. Y en vez de ir para su casa se dirigió al departamento que tenía para realizar citas con chicas.
Este quedaba en un barrio tranquilo, con un hermoso frente de cerámica bordó, un pequeño jardín y puerta de madera lustrada.
Entró y condujo a Aries a la planta superior y le dijo:
-Quédese recostado que voy a buscar alimentos y luego haremos otra sesión a ver si podemos descubrir su identidad.
Al bajar habló por teléfono al gimnasio de box y le dijo a Luis Nocaut si le podía traer las películas de combates de box que tenían para adiestrar a los pupilos, a lo que el entrenador asintió y agregó:
- Se lo traeré con el proyector y la pantalla en una hora.
Cortó y habló enseguida con Ronald Ricky, un compañero de algunas fechorías, y lo puso al tanto de la información que poseía de los clientes de Aries, a efectos de extorsionarlos.
Ronald prometió el máximo de discreción y obtener todo el resultado posible.
Subió a la planta alta, se dirigió a Aries que dormitaba y le dijo:
- Voy a golpearlo con esta regla y usted me dirá qué siente.
Con suavidad le golpeó el pecho y Aries le decía que no sentía nada. Continuó una y otra vez, cada vez con más violencia y obtenía el mismo resultado. Luego hizo lo propio con la cara, brazos y piernas.
Lo hizo levantar, cerró las tres caras de un biombo y lo apoyó en la pared de la parte superior.
Invitó a Aries a que golpeara el biombo normalmente. El resultado fue terrible. Las tres hojas quedaron quebradas.
-¿Qué sintió en la mano?- preguntó el médico a Aries. A lo que éste contestó:
- Nada sentí en la mano, la tengo bien.
Lo invitó a recostarse y dormir. Bajó la escalera y en el living esperó que llegara Luis Nocaut. Al rato llegó. Descargó todo el material y le preguntó:
- ¿Para qué quiere las películas?
- Mire, Luis- le contestó el psiquiatra- tengo un paciente que fue boxeador y que estoy recuperando. Quiero ver si puede volver a boxear. Esta noche vendrá, le pasaré las películas y observaré su reacción. Creo que todo irá bien y por eso quería pedirle que concertemos una pelea de exhibición con el ex campeón pesado para ver cuál es su estado actual.
Luis pensó un instante y luego dijo:
- Justamente, el entrenador vino a pedirme un pupilo para una pelea suave. Así que no creo que haya inconveniente alguno. Le hablaré esta noche y si quiere podremos hacer la propaganda de la pelea. Eso sí, cobrará el uno por ciento de la bolsa, pues el ex campeón se lleva el cincuenta por ciento y el resto los entrenadores.
- Eso no interesa, le agradezco todo lo que pueda hacer- dijo el médico.
Cuando se fue el entrenador cerró con trabas la puerta, llevó todo al piso alto y lo preparó para pasar las películas.
Despertó a Aries, lo hipnotizó y le ordenó:
- Tú eres Ramses Abu, boxeador peso pesado, Campeón de Egipto y ahora verás tus últimas peleas y actuarás igual que lo que se ve en la película.
Aries contestó:
- Soy Ramses Abu, peso pesado y actuaré igual que en la película.
Al otro día Luis Nocaut le habló, comunicándole que estaba arreglado el match para dentro de cinco días y que había que firmar el contrato. El médico le refirió que había que conseguirle licencia para boxear y que para ello le daría un certificado de aptitud física y que luego de ello firmaría contrato.
El día de la pelea, luego de hipnotizarlo, dijo al entrenador que le diera las últimas instrucciones y luego subió al ring.
Luego de las recomendaciones del referí comenzó la pelea. Displicentemente, el ex campeón se movió y amagó varias veces. Luego envió una derecha que tocó el mentón de Aries pero no lo movió. Envió la izquierda y un gancho de derecha que hicieron impacto sin resultado. Cuando volvió a pegar, Aries replicó con la derecha que dio en los brazos del ex campeón y lo tiró contra las cuerdas. Cuando volvió al centro del ring con los brazos bajos, Aries le tiró una izquierda y lo dejó nocaut.
El público explotó en vivas y los entendidos, azorados, no se explicaban qué había pasado.
Al otro día, Luis se reunió con el psiquiatra que había recibido la oferta de la revancha y sólo faltaba arreglar la bolsa de la pelea.
Héctor Jorge le dijo a Luis:
- Dígales que sólo peleamos al cincuenta por ciento y podemos hacerla el sábado que viene.
Todo fue aceptado y la gente colmó completamente las instalaciones, preguntándose de dónde había salido ese boxeador.
Comenzó la pelea y el ex campeón atacó furiosamente y golpeó a Aries violentamente por más de un minuto hasta que éste le pegó en el cuerpo con la derecha y lo dejó nocaut. El público gritaba electrizado.
Al otro día, todos los diarios sacaban fotos de la nueva maravilla del boxeo, pero no se permitían entrevistas. Llovieron las ofertas con bolsas millonarias.
Siguieron veinte peleas con el mismo resultado, nocaut en el primer round.
Héctor Jorge había hecho una fortuna extraordinaria con las bolsas de las peleas y las apuestas que se realizaban fuera del ring a favor de Aries.
Y llegó el momento de la confrontación máxima: la pelea del siglo por el Campeonato Mundial con el campeón de la categoría, también invicto y que llevaba ganadas por nocaut setenta peleas.
La noche anterior a la pelea, el médico psiquiatra se disponía a hipnotizar a Aries cuando, azorado, contempló que de éste se desprendía un halo azul que lo recubrió también a él.
En un instante, el médico y Aries quedaron inconscientes y los dos halos azules comenzaron a charlar.
- Muwatallu, ¿estás conforme con la experiencia?- dijo uno de los halos azules dirigiéndose al otro.
- Tienes razón, Kadesch.- contestó el otro- Estos seres humanos son incorregibles, no puedes darles ninguna oportunidad porque enseguida tratan de someter a los demás y colocarse al margen de las mismas leyes que ellos mismos crean.
- Y te has fijado, Muwalatu, cómo se autovaloran con ese elemento que llaman dinero, que los domina y tiene más valor que la vida misma.- agregó kadesch, recorriendo todo el cuarto.
-Cuando lleguemos a nuestro planeta Luksor le diremos a nuestro maestro Hatti que este planeta es el peor constituído para habitar- dijo Muwalatu- pues lo peor que puede pasar es que tomemos los hábitos de ellos y terminemos con nuestra inmortalidad.
- Regresemos a Luksor a contar esta triste experiencia- agregó Kadesch- pero antes retrotraeremos el tiempo al momento anterior de la explosión.
Aries esperó pacientemente que llegara el ómnibus número ciento treinta y cinco, calado hasta los huesos por la tormenta, lo tomó y lamentando su destino, se dirigió hasta su casa.