domingo, 13 de marzo de 2011

EL ASESINO DE INDEFENSOS

PATRICIA Y KARINA escuchaban atentamente al padre, que relataba la situación económica del país.
Preguntaban y repreguntaban cada tema para interiorizarse de toda la trama que hacía a la redistribución de la riqueza entre las distintas capas sociales.

En un momento determinado el padre dijo:
-Voy a referirles un cuento que posiblemente sea más comprensible, dando una definición cabal de lo que debe entenderse por redistribución. -El padre se acomodó y mirándolas con cariño comenzó el relato.

Había una vez un empresario de estatura baja, rellenito pero no gordo, de pelo negro con entradas, ojos marrones vivaces, nariz de pelota y barba afeitada muy poblada, igual que sus cejas. Se llamaba ISIDRO SANGUIJUELA.

Tenía una empresa de refacciones de vivienda y podía llegar a hacer edificios nuevos desde el hormigón hasta la mampostería.

Era muy especial en su comportamiento y trataba de sacar provecho de cualquier situación favorable o no, lo que podríamos considerar como sacar jugo de un ladrillo.

Cierta vez, al pasar un presupuesto a un cliente, uno de sus empleados se equivocó en el calculo de los jornales, lo que redundo en una perdida para su empresa.
Enloquecido no durmió varías noches y terminó acusando al empleado, al que le descontó una parte del sueldo. Como esto no alcanzaba y lleno de desesperación, elucubraba como poder solucionar la pérdida, hasta que descubrió un pequeño pozo ciego, que no tenía importancia pues quedaba tapado con la loza de cemento y lo hizo revivir.

Inmediatamente planeo como solucionar su pérdida y obtener una ganancia extra.  En base al pequeño pozo ciego, hizo cavar tres pozos que no existían de un metro de diámetro por un metro de profundidad y mandó llenarlos de aguas servidas, suspendiendo el llenado de la loza, por el peligro que representaban los pozos abiertos.

Luego de conversar con los dueños de la obra sobre este hecho no previsto,  pues surge cuando se desmonta para emparejar y colocar los hierros de la loza, se hace un presupuesto aparte calculando el sellado de los cuatro pozos cloacales.  Por motivos de seguridad y debido que se trataba de cimientos, se pactó llenar cada pozo con con­creto y hierro, fijándose las medidas de cada pozo en tres metros de profundidad y un metro diez centímetros de diámetro de cada pozo, valuándose el adicional por m3.

Aceptado el adicional por los dueños de la obra, Isidro ordenó que los supuestos po­zos se llenaran de basura de la construcción (que en containers se tiraba como relle­no de tierras inundadas) hasta diez centímetros de la boca de cada pozo y se confeccionara una tapa de hierro y cemento bien terminada pero con diámetro mayor que el real, es decir de 1,10 metros, en vez de 1 metro como se había mostrado cuando se hizo el presupuesto.

Con esta medida ficticia ganó más de cuatro veces con respecto al real costo del sellado de los pozos,  y de esta manera no solo conjugó sus perdidas, sino que ganó bastante dinero.

Tenía también por costumbre, cuando facturaba los tramos de la obra, colocar el IVA ( 21% sobre los materiales y mano de obra empleados),  pero no lo declaraba y por lo tanto no pagaba los impuestos.
También cuando iniciaba una obra no detallaba los adicionales, los que luego cobraba en forma muy superior a que si lo hubiese tratado con la obra en conjunto.

Cierta vez con un cliente trataron la mampostería sin los adicionales (bocas de incen­dio, cajón para el tapado de caños, alisado de pisos, etc.) que podían hacerse perfec­tamente a medida que avanzaba el trabajo.

Cuando terminaron, el cliente le pidió un presupuesto para los adicionales pero este se excusó, debido a que como era poco debía hacerse por los jornales que emplearon y un plus de materiales.  Así pudo cobrar dos veces más que si lo hubiese hecho conjuntamente con la obra.

En otra ocasión le chocaron el coche en una acción muy discutible, pero insistió en que el siniestro era muy grande y como no tenía seguro contra todo riesgo, comenzó el trámite en la empresa de seguro del que lo había chocado.  Entre los rubros que solicitó que le pagaran,  figuraba el doble de lo que le cobraba el chapista y el lucro cesante por no poder utilizar el coche hasta haberlo reparado.

La empresa de seguros le hizo algunos ajustes pero igual pago casi el 50% más de lo que correspondía pues se podía hacer valer la cláusula de lucro cesante por el uso que le daba a su auto, a pesar de que cuando lo estaban reparando usó el coche de un empleado.

Es interesante ver que hacía con estos excedentes o ganancias extraordinarias que habían redistribuido hacia él, en perjuicio de sus clientes y damnificados. Como en esa época de inflación creciente, la tasa de interés que se pagaba en los plazos fijos por 7 días, era de 4% mensual, todo dinero que ingresaba a la empresa por cualquier motivo, era depositado en el banco elegido con la orden que se hiciera un plazo fijo por 7 días renovable y luego se enviaba al banco un listado con los che­ques que debían pagar a la semana siguiente.

Como se pueden imaginar,  un tratamiento así merecía una compensación especial del 1% sobre el total de los plazos fijos que se realizaban en el banco elegido que recibía el Gerente en esas condiciones.

Veamos como se abastecía esta operación tan aceitada:  Isidro tenia para cada obra un encargado (no capataz,  porque tenia que pagar mas) al que le daba las órdenes del día o de los trabajos que debían realizar y el tiempo a emplear.  Luego pasaba por su oficina y ordenaba a quiénes había que llamar para exigir la entrega de cheques de sus cuentes.
Dadas estas instrucciones Isidro, pasaba por los clientes a retirar los cheques y a depositar a los bancos donde funcionaba esta operación tan aceitada.
Luego de las 19 horas se reunía con el abogado de la empresa, y le daba instruccio­nes para hacer las cartas documento reclamando el pago y aplicando tasas de inte­rés leoninas en lo referente a las obras realizadas o a reunirse con los delegados obreros para decirles que tenían que esperar una semana mas para cobrar los suel­dos, porque los clientes no habían pagado a pesar que sus fondos ya estaban en un plazo fijo, redituando Intereses que se transformaban en capital para el vencimiento siguiente.

Tenia una verdadera mesa de dinero, pues aparte de los cheques de su operación, compraba a otros empresarios sus cheques, cuando no podían esperar porque querían cumplir con sus compromisos, aplicándoles una tasa del 9% mensual, garantizado con algún bien o algún boleto de departamento u oficina (no a su nombre, sino con un poder por el cual podía disponer del bien), con lo cual al venderlo tampoco pagaba impuestos,  pues no figuraba ni como comprador ni como vendedor.

Como se pueden imaginar,  de un sistema tan perfecto, no tarda mucho tiempo en des­prenderse beneficios adicionales, como ser los bienes en garantía, que al no poderse pagar el préstamo se ejecutaba por el valor de la deuda y no por el valor del bien.  El abogado instruido por Isidro, contrataba grupis (testaferros) que se presentaban a la subasta y ofrecían cantidades menores al valor real.

El resultado era previsible: si no había quien ofertara por el bien, lo compraba Isidro y si había oferentes se seguía pujando hasta llegar al valor real donde se retiraban y el tercero lo compraba por el precio real.

Por lo tanto,  teniendo en cuenta los juicios y los deudores que al no poder pagar ofre­cían los bienes a un precio bajo para cancelar la deuda y salvarse de los gastos e im­puestos,  Isidro llego a acumular 108 propiedades, entre las que figuraban departamen­tos, oficinas, garajes, locales, depósitos, Hormigón armado, mampostería, hotel, etc.

Todo esto obligó a isidro, a efectuar el control de los alquileres, tasaciones, contratos,  pago de impuestos, inspecciones, etc. y como no le alcanzaba el tiempo, tuvo que habilitar un sector de cuatro personas que realizara la tarea diaria de cobrar los alquile­res, pagar los impuestos, y hacer todas las gestiones.

Era tal la voracidad del sistema, que Isidro llevaba una calculadora científica, y cada vez que concretaba una operación, calculaba lo que redituaba en el tiempo, lamentándose cuando alguno retiraba el préstamo, devolviendo el dinero.  Allí volvía a hacer el calculo de lo que perdía o dejaba de acumular.

En esta época empezó a no dormir muchas horas y a comerse las uñas de la nerviosi­dad.  Llegó al contrasentido de llamar al contador a las 6 de la mañana para consultarlo sobre los impuestos que debía pagar al mes siguiente.  Lo que ocurría era, que como el no dormía, tenia que llenar sus vacíos de tiempo.

Visitó a un medico que le dió ansiolíticosd para tranquilizarlo y empezó a llamarlo a cual­quier hora con las razones mas inverosímiles, que provocaron que el médico ordenara que sin turno no atendía a nadie.

Por esa época lo invitaron a una reunión para un proyecto de un barrio obrero de casas económicas. Se trataba de la empresa Coimadan SA que había obtenido el proyecto de casas de trabajadores del Gobierno Central y debía ejecutarlo.  Habían convocado a muchos gremios: desmonte y movimiento de tierras,  hormigón arma­do, mampostería,  yesería,  pinturería,  carpintería, herrería,  ascensores,  electricistas, etc.  A cada uno se le distribuyó los planos de la obra de 11 pisos, terraza y un sub­suelo.  Se trataba de 5000 m2., dividido en departamentos de 1,2 y 3 ambientes que daría vivienda a 600 personas.

Lo que recalcaba el Gerente de la empresa Coimadan SA, es que el costo debía ser bajo y por lo tanto el beneficio total no podía pasar del 5% . Un silencio sepulcral hubo en el recinto,  hasta que Isidro pidió la palabra y se la otorgaron.  Isidro dijo: El 5% es completamente irrisorio, estaríamos trabajando al costo, cuando la empresa sabe que la ganancia del sector siempre se calcula en base al 30 a 90%, para cubrir los imponderables, seguros no reconocidos, despidos, accidentes, derrumbes, etc.

 





dos ambientes


tres ambientes

tres ambientes


dos ambientes


un ambienteascensorun ambiente

un ambienteescaleraun ambiente

un ambienteascensorun ambiente


dos ambientes


tres ambientes

tres ambientes


dos ambientes






PLANTA BAJA Y UN SUBSUELO


El Gerente de la empresa Coimadan SA visiblemente molesto y fastidiado, golpeó el escritorio e imperativamente expresó:  Dije que la ganancia no podrá ser mayor al 5% y el que no puede hacerlo se puede re­tirar del recinto. Cambiando el tono expreso: Nuestra empresa Coimadan SA se compro­metió a respetar un precio económico para los trabajadores que ocupen las viviendas. Tenemos que quedar bien con el Gobierno, pues nos prometieron otras obras si nos ajustamos a esta utilidad,  lo que llevaría el precio final a un valor accesible para esta gente, por lo tanto debemos ajustamos para lograr en el futuro grandes ganancias para los que realicen este trabajo.

Isidro, con cara contrariada y mirando a los otros empresarios, hacia gestos con la cara y las ma­nos como diciendo ¡nos tomaron de idiotas!. 
Y recomponiéndose,  se dirigió al gerente aceptando el acuerdo.

El Gerente de la empresa Coimadan SA, creyendo que la batalla estaba ganada, dijo en forma imperativa al abogado de la empresa: -Michel haga firmar a todos los que quieran participar, según sus especialidades, y entrégueles una copia firmada por la empresa donde constan las condiciones a que se someten.

Isidro,  luego de saludar a todos,  se enfrentó al abogado quien amablemente le refirió que dentro de la copia que se lleva estaban las direcciones, los plazos, donde emplazar el obrador, los horarios de descarga de los materiales y maquinarias y las inspecciones tanto de Coimadan sa. como de la Dirección de Vivienda.

Isidro puso los papeles en el portafolio y poniéndose un caramelo masticable en la boca, espero en la puerta, al lado de un frondoso árbol la salida de los otros empresarios conocidos, que ruidosamente salían haciendo comentarios.
Con la mano iba saludando a todos hasta que salió un muchacho vestido desprolijamente, despeinado que con una mano traía una carpeta y los papeles y con la otra saludaba. Era Carmelo, el responsable de los desmontes y los movimientos de tierras.

Se puso al lado de Isidro y sonriente le dijo poniendo una mano en el hombro: ¿parece que vamos a traba­jar juntos?  No solo eso, sino mucho más. Tenés tiempo para tomar un café?  Carmelo asintió y fueron para el bar.  Carmelo, dicharachero, le hacia chistes.  Isidro pidió dos cafés y luego de poner edulcorante se apoyo en la mesa con el codo izquierdo y tomando por el asa la taza con la mano derecha le dijo a Carmelo, mientras se mordía la punta de los dedos, pestañeaba constantemente y se movía de la silla:  Carmelo, vos ganaste mucha plata conmigo,  pero tenés que hacer lo que te digo a pie juntillas.  Siempre hay una razón, que no es necesario que vos la sepas, siempre y cuando cobres lo que pactamos.  Carmelo dejo de hacerse el chiquilín y bastante serio le contesto:

Hermano, vos sos bastante jodido, y no se si te podré seguir en tu locura y además a pie juntillas, como vos decís, sin saber de que se trata como lo que ocurrió con los supuestos pozos ciegos, que los dueños no solo no midieron sino que tampoco verificaron como se clausuró (con basura sin cemento),  solamente con una tapa de hierro y concreto,  que aumentaste el diámetro en 10 cm (en vez de 1 lo llevaste a 1,10).   Es decir que les facturaste por valor de 3,30m2 y solamente gastaste 0,1 m2, es decir una ganancia de 3,19m2 que comparado con el valor facturado 3,30m2, arroja un porcentaje de utilidad del 96,7 %. Veamos cuanto me pagaste a mí:  Yo cobre el 10 % y como lo facturé,  si se descubría iba preso y la AFIP habría rematado mis bienes.

Lejos de un negocio brillante es una tragedia total y no voy a hacerlo de nuevo- agrego Carmelo- y apuró
el café.  Luego se levantó,  tomo sus cosas, saludó sonriente,  le dió la mano y se alejó.

Isidro quedó perplejo y confundido, y masculló entre dientes: -Me jodió, pero ya va a venir a pedir por que no tiene trabajo y en vez del 10% le daré el 1% por haberse revelado.

Se quedó un rato mirando al vacío, acomodó en el portafolio planos y papeles y pago los cafés.

Ya en su oficina llamó a sus encargados (no capataz, porque tenia que pagar mas) y les dijo: -quiero que vayan a Coimadan SA y vean con el capataz donde hay que hacer los desmontes y donde pondremos el obrador,  y si el lunes ya podemos hacernos cargo de la obra.  Y agrego : -a la tarde planificaremos la obra, designaremos el sereno y veremos el movimiento de maquinaria y materiales.  Cuando regresen yo le daré a Antonio fotocopia de los planos de desmonte para que los estudie,  pues él comenzará con los desmontes.  Y mirando a los otros encargados les dijo: -Uds. a medida que vayan terminando me informan y dispondremos de los elementos para llevarlos a la nueva obra,  y solamente los que no sean necesarios volverán al depósito.

A la tarde organizaron con Antonio el desmonte y tos elementos que habían que llevar, y Antonio preguntó cuando iba a llegar el cemento, la arena, la cal, el hierro, la cavadora y la mezcladora.

Isidro contesto:- a la tarde te mando la cavadora y a la mañana te llevas cinco peones para sacar los yuyos y quede un sendero limpio donde camine la cavadora.  Empezás a cavar en cruz, dejando un metro en el contorno y cargas en los containers la tierra que los camiones se la llevarán.

Vos, por otra parte, me tenés que sacar la medida justa, teniendo en cuenta el metro que tenés que dejar en todo el perímetro, sin sacar la tierra.

Antonio, contrariado y nervioso le dijo: -Miré Don Isidro que yo hago hormigón. Como Vd. Sabe,  nunca hice desmonte, ni tampoco tome medidas, que es un problema de precisión.- Y agrego: -sin ánimo de ofenderlo, Don Isidro, porqué no lama a Carmelo que es un as sacando medidas y haciendo desmontes.  Hecho una furia,  Don Isidro le ordenó:
-Escúchame bien: de ahora en adelante, Carmelo no existe y no trabaja más conmigo, porque es un hijo de puta y un desagradecido.  Por lo tanto, desde ahora, aparte de las medidas el desmonte y el hormigón lo tenés que hacer vos, salvo que no quieras, en cuyo caso te echo y contratamos a otro. Y no se hable más del tema.

Antonio, con miedo y muy sumiso le dijo: -Don Isidro, no se enoje, yo le decía porque Carmelo, salvo el hormigón, se dedicaba a sacar medidas y hacer desmontes- y con resignación agrego: -Quédese tranquilo que todo se hará como Vd. lo quiere.-


largo 20 metros









ancho

ancho
12,………..

11
metros

metros










largo 19 metros




Al día siguiente Antonio le dijo: -Don Isidro, no lo va a creer, el predio es irregular y aquí tiene un planito con las medidas.  Mire: tiene de largo 20 de un lado y 19 del otro, y de ancho 12 de un lado y 11 del otro.

Don Isidro miró el planito y con el dedo índice marcó unas líneas imaginarias y le dijo a Antonio: - Vos tenés que hacer lo siguiente:  Vamos a tomar un café, que te marco donde ajustás el plano.

Se sentaron, pidieron al mozo un café y comenzaron a tomarlo.  Don Isidro, a "Sotto Voce" le dijo a Antonio: -desde este momento el predio mide 20 de largo por 12 de ancho.

Yo estuve analizando las tres medianeras y tienen arriba pas­to y miden más de 60 cm de espesor. Tomamos como referente la medianera izquierda, clavas un mojón a los 20 metros y lo proyectas hacia la medianera derecha, quedando un triángulo cuya base tiene un metro y uno de los catetos 12 metros. Luego haces lo mismo con el frente y clavas un mojón a los 12 metros y lo proyectas hacia la medianera del fondo, quedando un triángulo cuya base tiene un metro y uno de los catetos tiene 20 me­tros.  Donde convergen los dos mojones de la medianera derecha y el fondo, se cuadra el predio en 20 por 12.

Mirando al atónito Antonio, que se revolcaba en la silla, porque no entendía nada, agrego Isidro: -no te hagas problemas porque las medianeras están hechas con barro y escarbando en la unión los ladrillos salen enteros.  Para que te quedes tranquilo del todo, en el día de hoy, que los obreros limpien de yuyos el predio y coloquen el obrador y mañana a la mañana comiencen las excavaciones.

Vos y yo, mañana a la mañana, vamos a colocar los hilos para cuadrar el predio, luego de lo cual ponés a dos obreros para remover los ladrillos hasta el límite del hilo y apilarlos. En la pared que queda descubierta ponés a otros dos obreros a revocar grueso la nueva medianera con material fuerte, dos de arena con una de cemento.

A la semana Isidro hizo una visita para pagar a los obreros y ver como estaba la obra.  Encontró a Antonio en el vértice del triángulo, poniendo unos hierros que habían quedado de la obra anterior y lo invitó a tomar café. Isidro le dijo a Antonio mientras tomaban el café. -Yo no te dije que pusieras hierros, sino que hicieras un revoque fuerte-   Antonio le contesto:  mire Don Isidro,  el vértice del triángulo estaba tan fino que casi se viene la me­dianera del vecino.  Además yo conozco de mampostería y se cuando estamos al filo del derrumbe.  Así que perdone pero no había otro remedio.

Don Isidro a "sotto voce* le dijo a Antonio: - esto lo vamos a hacer pasar,  pero vos sabes que mis órdenes se cumplen,  porque yo soy el Maestro Mayor de Obras y el que te contrata.  Podés saber de mampostería pero no de costos.
¿Queda todo claro?-  Antonio le respondió: está bien, Don Isidro,  todo se hará como Vd. lo quiere.

Isidro continuó diciendo:  -Antonio, dejá seis container de tierra para que se rellenen a un metro todo lo que revo­caste. Por otra parte tomá dos personas para que marquen en cada esquina una columna o que remuevan la tierra para dejarle lugar a la columna.  Las medidas son de frente y fondo 12 metros y el costado izquierdo y el derecho 20 metros. Total cuatro columnas cuadradas de 1 metro de lado, con una parrilla de 20 hierros del 20 todo sujeto con alambre de fardo, cemento, arena y piedras 1 A1. El alto de la columna será de 12 metros, los cimientos 4 metros, piso del subsuelo 3,50 metros, piso planta baja 3,50 metros y piso del primer piso 1metro.


Encadenadoprimer piso
planta baja
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encadenado<><><><><>

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subsuelo
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encadenado<><><><><>

cimientos
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Todo encadenado con una loza de 0,50 metros de espesor que una las cuatro columnas con hierro del 20 todo sujeto con alambre de fardo, cemento, arena y piedras 1 A 1.
Para terminar esta primera fase, todas las paredes del subsuelo y la planta baja se recubren de ladrillos teniendo un espesor de 10 cm con mezcla común.

Isidro le recalco a Antonio:-quiero que tengas en cuenta que al término cobra­mos la primera etapa para seguir trabajando y es en la que se revisan las especi­ficaciones, se hacen los controles de calidad y rompen la construcción para ve­rificar mezcla, hierro y hacen los diversos cortes a paredes y columnas.

Dos días después Isidro se apersono en la obra a las 6 de la mañana y espero a que llegara Antonio. Cuando llegó lo invitó a tomar café,  y mientras lo tomaban, isidro a media voz le recalco: Vos no tenés compostura, y le puso la mano derecha arriba de su mano izquierda.  Me mandaste un pedido de hierro del 20, de 50 varillas, que yo paré porque me consultaron y a cambio vas a recibir todos los cortes de todas las medidas que quedaron de las otras obras.

Antonio sacó la mano que tenia oprimida por Isidro, y en forma muy firme, le contesto. -Miré Don Isidro, Ud. no leyó las especificaciones- y sacando la copia del plano le mostró donde decía hierro de 20 pulgadas.

-Isidro lo miró con una sonrisa nerviosa y le dijo: -Aquí no interesa lo que dice el plano sino lo que digo yo- y agrego firmemente; - El hierro del 20 se pone solamente en el lugar donde se hace el circulo, que no se revoca, para cuando lo rompan los inspectores para verificar los materiales y el hierro.  Es decir 2 hierros del 20 por columna y en el lugar donde dejamos el círculo sin revoque. Todo el hierro restante que llevan las columnas se completa con los restos de hierro que van sobrando de las otras obras, de cualquier medida de pulgada y de cualquier largo, Sino la perdida seria muy grande porque la ganancia es solo del 5% cuando debería ser del 70% para que cubra todos los imprevistos y mi ganancia.



COLUMNA


(!!!!!!!)
círculos sin
revoque(!!!!!!!)
para inspección

(!!!!!!!)


(!!!!!!!)

Antonio se puso la mano en la frente, moviendo acompasadamente la cabeza y con gesto contrariado le susurró a Isidro: -Miré que cuando escarben un poco se verá que esos 2 hierros del 20 son los únicos que hay, que todos los demás son de otras medidas, que no existen en los planos y entonces le obligarán a derrumbar las columnas y le suspenderán el ejercicio de su profesión (maestro mayor de obras)-
Y luego, acercándose al oído de Isidro le espetó:-lo más grave es que con tan poco hierro y de dimensión tan pequeña, el edificio se puede venir abajo, dependiendo del total del peso de todas las personas cuando se ocupe totalmente. Entonces además puede ir preso.

Isidro con una tenue sonrisa, también en un susurro mirándole fija- fijamente a los ojos le respondió: -Antonio, no conocés el poder del dinero?  Cuando vengan a inspeccionar, me avisas, los man­das y seguís trabajando.  Y si el inspector viene acompañado, le digo a Carlos que al inspector lo lleve a la sala de reuniones y a los demás te los lleve a vos, les servís café y los haces esperar en el obrador.  Mientras tanto yo hablo con el inspector y le digo que la empresa tiene costumbre de premiar al funcionario que al hacer las verificaciones no le destruya las paredes que inspecciona.
Lo miro la cara y si veo algo raro me disculpo y le digo que estamos cansados que vengan a destruir las paredes y después hay que mandar una cuadrilla para arreglarlo todo.
Si por el contrario, el inspector esta tranquilo y escucha, le acerco un sobre con $ 5000.  Acto seguido, le propongo que para no reventar la pared nosotros vamos a romper los revoques donde el lo indique y le avisamos para que verifique. Si acepta la operación estará lista y lo tendremos de amigo, que es lo más Importante para el futuro.

Antonio, más resignado pero con gesto firme lo interrumpió: -lo que me dice, Don Isidro no impedirá que el edificio se venga abajo con toda las consecuencias que ello acarreara para la gente y para nosotros.

-Pero Vd. es un cabeza dura, y es imposible hacerlo razonar.-dijo Isidro

Antonio resignado completamente a lo que pase, salió cansinamente a caminar para ordenar sus ideas.  Entre sus pensamientos revoloteaban ideas como ser: lo denuncio, me resisto, me peleo, renuncio, etc.  Pero todas convergían hacia un único punto, que era su familia.  Si quedaba sin trabajo, ¿quien los mantendría?. Además iba a ser difícil conseguir otro trabajo,  pues todos piden antecedentes y se imaginan que iban a decir los informes. Por todo esto llegó a la conclusión de que él se había resistido y que en definitiva el único responsable era el que lo mandaba a hacerlo, es decir Isidro, y se dispuso a trabajar como se lo pedían.

Dió las primeras órdenes y se abocó a clasificar los hierros por todas las medidas. Un grupo tomo las medidas que él verificó y marcó el lugar donde se colocarían los dos hierros del 20.  Otro grupo hizo una parte de material para colocar los mojones y luego armar la parrilla con los diferentes hierros que contendrían cada columna.

Trato de que los hierros del 20 estuvieran bien cerca del borde y todos en el mismo lugar de todos los pisos.  Luego trató de poner separado la mayor cantidad de hierros de las otras medidas, que completarían cada columna (aunque sabia que esto no era suficiente) pero de alguna manera se preocupaba para hacer lo mejor posible. También marcó los lugares que cada columna tendría el circulo que contendría material liviano para luego golpearlo y dejar los dos hierros a la vista. Ello conllevaba cubrir con papel el círculo del hierro del 20 para que no lo cubriera el material fuerte y luego revocarlo con material liviano.  Además trató que al encadenar cada piso a las cuatro columnas, este llevara aparte de escombros, arena, cemento, piedras también hierro de las otras medidas.

Acto seguido, armo las grúas piso a piso, para subir los elementos y llamó a Isidro para que estuviera presente como lo marcan las disposiciones del código de construcción.  Reunió todos los grupos y dió las instrucciones para efectuar el llenado,  luego de lo cual pidió que le mandaran los camiones con los materiales, la madera y las mangueras para transportar el agua, pues la mezcla se haría piso a piso.

Al otro día a la mañana empezaron a llegar los camiones con los elementos y las mangueras. 
Antonio parecía un autómata pues casi no respondía cuando los obreros le hacían preguntas.  Prefería indicar la acción o ejecutarla él.  La gente no comprendía cómo había cambiado y había algunos comentarios entre ellos.  Comenzaron a hacer los esqueletos de cada columna, afirmando no solo los hierros, separados 3 cm de los hierros del 20, como había hecho Antonio en la primera columna del subsuelo.

Antonio, mientras los obreros terminaban las columnas, se dedicaba a ordenar el relleno del piso del subsuelo, base de todo el edificio y que constituía el primer encadenamiento de las cuatro columnas,  La base de 50 cm de profundidad se completó con demolición de edificio,  piedra (todo pisoneado) arena y cemento liquido, para que penetre hasta la tierra y ligue toda la demolición y la piedra. Se hizo en dos par­tes primero la mitad que daba a la calle y luego la mitad que daba al fondo. Se fratachó sin alisar con ce­mento fuerte (1 A1).

Antonio, mientras los obreros terminaban el piso, se dedicaba a ordenar el armado del piso de la planta baja con madera hierro y alambre de fardo. Una vez terminado llamó a Don Isidro para que certificara el lle­nado de las columnas y el piso de la planta baja.

Don Isidro se presento a las 7 de la mañana y se dedicó a verificar si se había cumplido con la orden de los hierros del 20. Verifico las columnas y luego el encadenado del piso, donde observó la colocación de los otros hierros.  Llamo a Antonio y le reprochó la cantidad de hierro del 20 que había puesto.
Antonio le replico: -Vd. me dice que es mucho un hierro del 20 por cada metro de piso, cuando lo normal y se­guro es 4 hierros del 20 por cada metro de piso.

Isidro le respondió: -mira Antonio no me vengas con chicanas, porque con el hierro mas chico llenaste el piso y agrego: -normalmente, con el hierro que utilizaste, se hacen 3 pisos- y refirmo: -hacé un enrejado de cuatro hie­rros de frente por cuatro de costado y no coloques ningún otro hierro, llena el piso y fratacha rústico que después se termina.-

Lo único que balbuceó Antonio fue: -está bien Don Isidro- y dió la orden de llenar las cuatro columnas y el piso.

Así se fueron armando y llenando las columnas y los pisos hasta terminar el hormigón de los once pisos, subsuelo y terraza.  Una vez terminado, llamó a Don Isidro para que certificara el llenado de todo lo hecho.

Como vemos, Isidro se encargaba de subcontratar las tareas primitivas de desmonte y movimiento de tierras y reali­zaba con su empresa los trabajos de hormigón armado y mampostería. Posteriormente supervisaría y subcontrataría hasta entregar la obra, las tareas de yesería, pinturería, carpintería, herrería, ascensores y electricistas.

Llegó el momento de realizar la mampostería (es decir colocar todos los ladrillos de las medianeras) y se produjo otro encontronazo entre Don Isidro y Antonio.

Primero, porque no le avisó,  y segundo porque empezó a colocar los ladrillos a 45 cm de ancho, como indica el código de construcción y Don Isidro quería a 30 cm, debido a que se ahorraba el 33 % del costo de los ladrillos y el material.  Don Isidro le dijo a Antonio, en forma despectiva -vos no querés entender lo que te digo, parecería que quisieras fundirme.- No sabes que si me fundo, vos no tendrías trabajo?

 Y agrego: -Es muy fácil ser filántropo con el dinero de otro-

-Definitivamente esto es lo que tenés que hacer y no podes moverte de ahí-dijo Isidro imperativamente y le puntualizó -Al metro de medianera que hiciste, le vas a sacar un ladrillo para que quede de 30 cm y luego todas las medianeras de los exteriores, las haces igual, es decir a 30 cm. La división que separa cada departamento la haces a 15 cm y las paredes internas de cada departamento la haces a 7,5 cm. Y siguió hablando:-Esto constituye una grave falta y te tendría que echar-.  Y reafirmó:  -te tengo en capilla y además no te voy a pagar las horas extras- y volvió a puntualizar - cuando te vas a la tarde pasá por la Administración que tenés que firmar un apercibimiento y nos reunimos cuando terminás de hacer las todas las medianeras.-











15 cm

ladrillo

15 cm
15 cm


30 cm15 cm
15 cm45 cm


según Isidro
Según Antonio












Al terminar de hacer las medianeras Antonio, recibió la orden departe de Don Isidro de realizar las paredes internas de cada departamento a 7,5 cm y las paredes que separaban los departamentos a 15 cm.  El tiempo pasó y Don Isidro, para no tener más problemas, designo a otra persona para que en su nombre diera las órdenes, recibiera las sugerencias y controlara las tareas.  Este hombre era Enrique, que también era maestro mayor de obras y quedó al frente de la obra para terminarla.

La idea de Don Isidro, era que Enrique revisara todo lo hecho, modificara lo que no se ajustara a sus órdenes y posteriormente realizar los revoques grueso y fino de los 11 pisos, la terraza y el subsuelo con la misma gente.  Antonio comenzó a vislumbrar un futuro incierto, pues Don Isidro no aparecía y cuando preguntaba cuando vendría, Enrique le decía: trabaje tranquilo, Antonio, pues ya Don Isidro no tiene nada más que ver con la obra.  -y agregó -
Trabaje tranquilo y termine todos los revoques, lo más pronto posible.

Prácticamente no había comunicación debido a que los materiales estaban esperando a que los obreros los utilicen.  Enrique inspeccionaba todas las noches, cuando los obreros se retiraban y si notaba algún problema, dejaba una nota.

Antonio dividió en dos grupos la gente que tenia a cargo y todos hacían revoque grueso, que era el que llevaba mas tiempo de trabajo, porque había que manipular mucho material para emparejar las imperfecciones de las paredes y a veces con la chuela había que sacar parte de los ladrillos o exceso de material y luego colocar el material definitivo, recoger todo el material caído y los pedazos de ladrillos o material anterior.

Allí Antonio pudo comprobar que Don Isidro había acordado con los inspectores, pues cuando terminó el revoque grueso y comenzó en el subsuelo con el revoque fino, visualizó que habían sido removido los círculos que el inspector debía destruir para verificar si se habían puesto los hierros del 20, lo que lo llevó a una gran decepción.

Cuando faltaban dos pisos y la terraza, Antonio vio que algunas personas tomaban medidas y luego se iban. Con esta excusa se dirigió a Enrique para preguntarle como seguían luego de que terminaran esta obra y éste le contestó que por ahora no tenían nada y que estaba esperando a que terminen, para llamar a los otros gremios;  yesería, pinturería, carpintería, herrería, ascensores y electricistas, y terminar la obra.

Luego agrego: -Vd. sabe que por el convenio de la construcción, la patronal tiene la obligación de depositar mensualmente parte de la indemnización según los años de antigüedad y puede prescindir de los servicios del agente, por medio de una libreta donde consta el depósito efectuado.  Por lo tanto si al terminar hay tarea seguirá trabajando, sino se irá.

Antonio comprendió claramente lo que le dijeron y resignado no hizo más comentarios.  Se abocó a la tarea sin pausa y cuando algún obrero le hacia preguntas, le decía que no tenia información y que la prioridad era terminar el trabajo.  

A medida que iban terminando de revocar los pisos, arribaban personas de otros gremios para realizar su tarea.  El desfile era incesante y en todo ese tiempo Don Isidro nunca se apareció, por ningún motivo. Enrique hacia sus inspectores todos los días sin hacer comentario, por lo que Antonio suponía que la tarea estaba bien hecha.
Por último, llegó el final de la tarea, ordenó que guardaran las maquinas y herramientas y limpiaran todo.  Luego tomó nota de las horas que habían trabajado y les ordenó que fueran al obrador para esperar los acontecimientos.

Antonio buscó a Enrique que estaba hablando con los yesistas y le dijo: -ya esta todo terminado, podríamos reco­rrerlo todo a ver si hay algún problema-  a lo que Enrique le espetó:- no hace falta porque ya lo vi.  Vaya a la Admi­nistración que ya informé que terminaron.

Antonio llegó a la Administración y pidió hablar con Don Isidro, a lo que el empleado le dijo: -Por favor, déme las ho­ras que trabajaron y mañana a tas 10 de la mañana se le abonará todo y se le entregará la libreta con los aportes hasta el dla de hoy.  Con respecto a los obreros, los que se queden,  que serán pocos, por ahora se dedicaran a hacer limpieza, hasta que se realice una nueva obra.

Antonio le dijo a el empleado, en tono confidencial:-Ángel, yo lo quiero saludar a Don Isidro- a lo que le respondió: -Don Isidro es ahora el presidente de la S A. I. SANGUIJUELA, y se encuentra en el centro; delego todas las tareas en tres personas a saber: Antonio en la parte de construcción, Pascual el contador en la parte de Admi­nistración y Domingo en la parte de las compras. Con esto le quiero decir que nunca esta por acá, porque cuando quiere saber algo lo pide y se lo llevan.

Antonio, luego de cobrar y retirar su libreta de trabajo, se dedicó a visitar a algunos empresarios para conseguir tra­bajo. Todos lo recibían muy bien, pero debido a la gran inmigración de bolivianos, paraguayos y en menor medida pe­ruanos y chilenos a ninguno de ellos le faltaba gente muy barata y que cumplía aceptablemente con el trabajo.  Luego de recorrer bastante, uno de ellos le ofreció por una semana hacer albañilería,  lo que aceptó a pesar de bajar un escalón.  En todos los casos, veía la mano de Don Isidro en su mala racha, debido a los informes que daba cuando le preguntaban.

Así fue trabajando por etapas, hasta que por casualidad reemplazó a un gasista de un consorcio de edificios, que quedo muy conforme con su trabajo y le propuso que trabajara con él en los edificios que administraba.
También por casualidad, uno de los edificios que debía atender, quedaba por Avda. Sáenz casi Caseros y el edificio que originó el litigio quedaba por Caseros casi Avda. Sáenz (a la mitad de cuadra de por Caseros). Ahora con un trabajo estable, veía las cosas con otro ánimo, aunque no podía olvidarse de su época de seudo capa­taz donde ganaba mucho mas y era un personaje, comandando 20 obreros, lleno de reuniones, consultado por todas las personas, conocido por muchos empresarios y ganando casi el doble.

Todos los días al esperar el colectivo 25 para ir a su casa, como éste tardaba mucho,  se entretenía mirando el edifi­cio por el que tanto había luchado por su seguridad y que a la postre le había significado perder el trabajo y su categoría.

Veía, día a día como se iba terminando y el pasaje de los distintos gremios que terminaban su cometido, ponién­dolo mas hermoso y confortable,  y olvidándose de los defectos que el sabia que tenia.

Y llegó el momento de ocuparlo.  En la puerta del edificio se puso una tarima, para las autoridades del gobierno y la municipalidad desde donde se llamaba a los titulares de los distintos departamentos y se le entregaba la llave y el titular debía firmar la hipoteca, y subía a tomar posesión. También estaba el representante de la Empresa. que recibía los reclamos, de los dueños.

Se entregaron todos los departamentos y reinaba gran alegría y era tal la algarabía de todos que muchos se pusie­ron a bailar en el hall y en la puerta de entrada.  El Intendente pidió silencio y cuando se hizo dijo: -Afortunados propietarios a partir de las 6 horas de mañana pueden mudarse con todo lo que tengan y dió por cerrado el acto de posesión.

Cuando Antonio llego al día siguiente, el colectivo 25 no siguió por Caseros, por los camiones de mudanza.  Tuvo que dar vuelta por Avda. Sáenz y desviarse.

Fué por Avda. Sáenz a trabajar y durante todo el día, 154 camiones de mudanza de todo tipo, se hicieron presente en las inmediaciones del edificio.

El funcionario de la municipalidad, exhausto de dar números y autorizar a las mudanzas para que entraran, y como todavía quedaban 70 camiones, dió por terminada la descarga de elementos hasta las 6 horas del día siguiente, donde se terminaría definitivamente.

Al otro día a la tarde, cuando Antonio fue a tomar el colectivo 25 para ir a su casa, faltaba todavía descargar 5 camiones de mudanza para entrar al edificio.

El colectivo tardaba mucho en venir, demasiado y Antonio se entretenía en mirar el edificio, pensando muchas cosas y estaba como hipnotizado mirando los pisos altos
Su visión se nublaba, de mirar tan fijamente el edificio.  Veía borroso.  De pronto, tuvo la sensación de escuchar un trueno.  Se refregó los ojos para aclarar la visión, pero no lo logro. Es mas le pareció que el edificio se movía, tenia una sensación de mareo y parecía que no había nadie a su alrededor.

De pronto se inicio la hecatombe.  Antonio se despertó de su fijación, por los gritos y los empujones que le daba la gente tratando de ayudar. Se sacudió la cabeza y entre la gente vio que el edificio de enfrente se desmoronaba. Casi habían desaparecido los pisos ocho, cinco y dos. Nadie se imaginaba como el piso nueve se había tragado al piso ocho, el piso seis se había deglutido al piso cinco y el piso tres había aplanado al piso dos,

Se escucha­ban truenos del acomodamiento de la estructura que quedaba.

Los gritos de la gente, las sirenas de las ambulancias del SAME, los hospitales y los bomberos.  La gente de los pisos 11,10, 9, 7, 6,4, 3,1 se colgaban por las ventanas para bajarse.  Los bomberos con sus escaleras trataban de llegar a los pisos que quedaban.  A los costados y al frente habían puesto redes consecutivas para salvar la mayor cantidad de personas que se pudiera.

Las fuerzas armadas se adhirieron con soldados alpinistas y grandes carromatos para efectuar las evacuaciones.
Todavía no se informaban los muertos y heridos, pero algunos medios ya lo calculaban en una cantidad cercana a. los doscientos.

Antonio se tambaleaba y decía en un susurro: Yo le dije que no iba a aguantar! ¡Yo le dije que no iba a aguan­tar!- y lentamente empezó a caminar hacia atrás, mirando siempre el edificio y repitiendo sin cesar- ¡Yo le dije que no iba a aguantar!

De pronto, pisó a una nena, que también miraba hacia el edificio y volvió a la realidad.  Sacudió exhausto la cabeza.  Pidió disculpas y acarició a la nena y esta se tomo del brazo de Antonio y le espetó. - ¿Señor, Vd. también tiene conocidos en el edificio?  Antonio mirándola fijamente respondió: -No -y luego le pregunto con desesperanza: - ¿Vos linda, tenés alguna persona?  Si- contesto la nena y agrego - un compañero de 7 años. Tengo mucho miedo que le haya ocurrido algo y no lo vea más-

Antonio cambio de color, se volvió a tambalear pero esta vez se cayó y arrastro a Sol (que así se llamaba la nena). La nena también cayó al piso y arrodillada le decía a un inerte Antonio: -Señor, se hizo mal?- y como no obtenía res­puesta, pidió ayuda para que lo atendieran. Tanto insistió que un Vigilante se acercó y verifico que su corazón latía.

El Vigilante le dijo a Sol: -Nena, quédate con tu papá, que voy a ver si lo podemos trasladar al Hospital mas cercano.  Sol asintió con la cabeza y no le dijo que Antonio no era el padre, pero lo trataba como si fuera . Instantes después el Vigilante (que habría logrado trasladar a Antonio junto con un herido grave) apareció con un camillero y entre los dos, lograron trasladarlo a la ambulancia junto con la nena que no se separaba de Antonio.

Al llegar al Hospital Muñiz, la guardia revivió a Antonio pero no logro sacarlo de su estado de shock, y como seguía con su estribillo - ¡Yo le dije que no iba a aguantar! ¡Yo le dije que no iba a aguantar!- llamó la atención del medico que comunicó a la policía por si era de utilidad la información.

Se presentó el Inspector de policía Gerardo Ríos, que trató de hablar con Antonio pero no tuvo éxito pues este seguía con su latiguillo   Yo le dije que no iba a aguantar! ¡Yo le dije que no iba a aguantar!-

Cansado de preguntar sin respuesta, Gerardo Ríos, llamó al Comisario y éste le dijo que ya había localizado a la empresa Coimadan SA que había obtenido el proyecto, que en principio era el máximo responsable de la obra, y que el Gerente de la misma, se tendría que presentar inmediatamente al Juez de la causa para explicar el hecho.

Gerardo Ríos, le pregunto al Comisario, si podía seguir indagando a Antonio y este le dijo que si, y que estuviera atento por si había que hacer
detenciones y que por las dudas a Antonio lo pusiera bajo custodia.

El Juez, fue muy duro con los abogados y el representante legal de Coimadan SA y dió plazo de dos días para que el Presidente se presentara, y estaba considerando la prisión preventiva para todos los integrantes de la comisión Directiva debido a la gravedad de lo ocurrido, que derivo en aproximadamente 200 muertos y heridos según los primeros cálculos.

Frente al Juez, los abogados de Coimadan SA, dijeron que la obra de la calle Caseros fue toda subcontratada y que en ese mismo acto presentaban los contratos que firmaron I. Sanguijuela SA, empresa constructora legal­mente constituida y responsable de sus actos.

El Juez, se dirigió al Secretario y le ordenó que recibiera toda la documentación bajo recibo y que convocase ur­gente en ese momento, bajo apercibimiento de hacerlo por la fuerza publica a tres responsables de 1.  Sanguijuela SA, como al otro día no se presentó, el Magistrado ordeno a INTERPOL la captura nacional e internacional de Don Isidro y el directorio de I. Sanguijuela SA empresa constructora ejecutora de la tarea.

Acto seguido el Juez ordenó comparecer a tres ingenieros técnicos de la empresa Coimadan SA para que explicaran qué controles efectuaron durante la construcción de la torre, los cuales contestaron que para todo se necesita autorización y permisos de la Municipalidad y además, lo mas importante el certificado de la final que otorga la Municipalidad por medio de sus inspectores. Luego mostraron el libro de actas donde tres Inspectores colocaban la fecha de inspección, qué se había inspeccionado y cuál fue el resultado de la misma y las recomendaciones, objeciones, sanciones y aprobado o reprobado.

Con todos los elementos en su poder el Magistrado, ordenó comunicar a los dos directorios de Coimadan SA, y I. Sanguijuela SA que no podían trasladarse a ningún lado sin autorización judicial, porque en el día de la fecha se había caratulado el expediente como "Homicidio simple con agravante" y era muy posible que todos tuvieran prisión preventiva no
excarcelable.

El Juez, para cerrar todo el circuito, procedió a citar con carácter de urgencia al Secretario de Vivienda de la Comuna y al Departamento de Control de Calidad, para que trajeran todos los elementos a los efectos que acreditaran todas las intervenciones que realizaron los Inspectores, el estado de la obra, verificaciones *in situ" y si se había extendido el certificado de la final.

Continuando con Antonio que seguía internado en el Hospital Muñiz, debido a que no reaccionaba lo empezó a tratar el Neurólogo del Sector de Psiquiatría,  para ver si podía recuperarlo de su estado depresivo que lo llevaba a decir con la expresión - ¡Yo le dije que no iba a aguantar!  ¡Yo le dije que no iba a aguantar!  Pero desgraciadamente a pesar de los esfuerzos del equipo del médico Neurólogo no se logro ningún resultado.  Por ese motivo fue derivado al Hospital Neuropsiquiátrico para enfermos mentales ' Borda " donde quedó internado, a la espera de que aparecieran sus familiares.

En el caso de Sol,  la nena que lo acompañaba fue entregada a sus familiares, luego de que ella dijera donde vivía.

Es interesante saber que fue de la vida del máximo responsable del desastre, Don Isidro, que como sabemos desapareció sin dejar rastros, con orden de captura internacional.

El día de la hecatombe, cuando empezó el desastre, Enrique, el representante de la Empresa, llamó al celular de Don Isidro y le comunicó lo que había pasado.  De inmediato Don Isidro le dijo a Enrique:
-Vos no me localizaste.  No hablaste conmigo. Olvídate de mi, que yo te voy a recompensar, deci que no hubo comunicación. Chauu  y le corto.

Enrique cumplió con la orden.  Lo primero que hizo fue hablar a la Empresa y preguntar por Don Isidro. Luego hablo con el domicilio particular y en todos lados dejo el mensaje que se comunicara urgente porque había cedido los pisos y había muertos y heridos.

Cuando cortó con Enrique, Don Isidro fue a tomar un café para poner en orden sus pensamientos y analizar que estrategia iba a desarrollar frente a este desastre, que lo involucraba como único responsable pues había firmado como Maestro Mayor de Obras el conforme del llenado de las columnas y losas encadenadas de todo el edificio y no existían atenuantes.

Con las manos tomándose la cabeza y mirando fijamente el humo del café pensó: -Voy a ser el único responsable y me darán prisión perpetua-.   En ese momento determinó que como todo estaba perdido era lo mismo si no se pre­sentaba,  pues lo único que variaba era que debía huir y cambiar de nombre,

Pero para esto se necesitaba dinero y él lo tenia.  Sin embargo,  nadie debía enterarse de que retiraría fondos.

Para ello compro un portafolio con llave de combinación y siendo las seis de la tarde, se dirigió hacia una oficina de su propiedad que no conocía su familia, donde recibía regularmente alguna dama para su placer, donde personalmente había colocado una caja fuerte cubierta de azulejos.

Se preparó algo de comer, retiró todo el efectivo que pudo, y no pudo dormir.

Ya tenia el probable destino, pero debía llegar sin el coche.  Por lo tanto,  fijó los relevos que debía hacer hasta llegar al Tigre para poder embarcarse.  Los relevos eran: salir con su coche (que tenia vidrios polarizados) hasta Gral. Paz, tomar un taxi hasta Olivos, tomar otro taxi hasta San Fernando y tomar otro taxi hasta el Tigre y allí embarcar hasta la Isla Martín García.

Cuando llegó al Tigre con el ultimo taxi, fue hasta donde salían las lanchas catamarán y saco un pasaje ida 9 horas y vuelta 18 horas para la Isla Martin García.  Isidro venia vestido muy modestamente, con un saco viejo.

Subió, le recortaron una parte del boleto, que le retirarían al volver al Tigre y se sentó en la parte de atrás, mientras que todos querían tomar los lugares de adelante, para tener una visión mas amplia.

Cuando faltaban 15 minutos para llegar,  y aprovechando que unos muchachos estaban parados recostados en la parte de atrás, donde se veía el agua y las aves planeando, se acomodó en la punta que sobresalía, se quitó el saco dejando el portafolios entre las piernas bien agarrado y con el brazo levantado sostenía el saco fuertemente.  Cada tanto lo bamboleaba como estirándose de aburrido cuando se fue para adelante como si se hubiera trastabillado, y en su afán de tomarse, soltó el saco que cayo en el medio del Río de la Plata (todo a propósito para perder los documentos que estaban en el saco).

Mientras el Río de la Plata se tragaba el saco, supuestamente con todos los documentos, Isidro comenzó a gritar a viva voz para que todos lo escucharan: -Se cayo el saco con los documentos y el dinero- y repitió-con los documentos y las llaves-Todas las personas se alertaron, miraron o se acercaron al escuchar las exclamaciones de Isidro.

Algunos preguntaron ¿Cómo fué? ¿Cómo había pasado? Tanto fue el bochinche que armó con sus  dichos que el responsable de la lancha se acercó e inquirió que sucedió.  Isidro,  todo compungido,  le dijo que había sufrido un mareo y que se fue para adelante.  -Traté de agarrarme con las manos y solté el saco, con tanta mala suerte que tenia en su interior documentos, dinero y llaves.

El Capitán, más tranquilo porque no hubo ningún ilícito (discusión, insulto o pelea) se dirigió a Isidro y le dijo: -Por favor siéntese! ¿Le pasó el mareo?

Isidro, ya tranquilo, y viendo que su estratagema había triunfado, contesto sentándose: -Sí, ya me siento bien- y agrego -Estoy un poco preocupado por lo que perdí (las llaves, dinero y sobre todo la cédula y el DNI) y si no le causo más Inconveniente le quería pedir un escrito relatando lo que paso, para poder gestionar los duplicados en el Registro de las Personas.

El Capitán respondió: -Bueno, si me promete que se queda sentado, ahora y a la vuelta, se lo voy a hacer, siempre que las personas que lo vieron sean testigos.  Además, cuando regresemos, hablaré a la concesionaria para que le acerque un dinero para que vuelva a su casa, con la lógica devolución-.

Como lo había anticipado, El Capitán extendió un escrito relatando los hechos en forma general y cuando hablaba de los que acompañaban la firma, expresaba que cada uno colocaría nombre, apellido y domicilio.  Primero llamó a Isidro y cuando le preguntó el nombre, este le dijo que se llamaba Washington Martínez y su domicilio calle Montes Nº 5930 Mataderos-Capital.

Todos firmaron y colocaron su domicilio, lo firmó el Capitán y colocó los sellos del concesionario e indicaba para presentar en el Registro de las Personas.  Isidro había obtenido su cometido: certificado de perdida de sus documen­tos y cambio de nombre y apellido uruguayos. Empezaba una nueva etapa y con un portafolio repleto.

No era la primera vez que Isidro visitaba la isla Martín Gracia y sabia que aparte de la belleza natural existía una famosa panadería que aparte del magro consumo de pan, era un excelente negocio fabricando pan dulce a pedido de todos los visitantes diarios que llevaban varios cada uno, con lo cual se había transformado en una gran panadería y tenia mucho personal para atenderla.

En el viaje anterior había entablado conversación con un hornero Jacinto Dacunha (practico con el horno de pan) al que le gustaba bastante la bebida.

Isidro llego tarde para encargarlos porque estuvo recorriendo la isla y no le querían tomar el pedido. El único que medio borracho lo atenidó fue Jacinto e intercedió para que le dieran los pan dulces al precio de $ 2,00 cada uno, pues Isidro quería llevar 50 pan dulces para regalarle a todos los empleados para Navidad.   Por este hecho, Isidro le regaló 2 botellas de vino fino y le agradeció varias veces.

Por esa razón cuando llegó, luego de tomar el refrigerio de bienvenida, compro 4 botellas de vino fino, fue prestamente a la panadería para verse con el hornero Jacinto y poder seguir con su plan.

Jacinto le habla dicho a Don Isidro que muchas veces cruzaba a las 6 de la tarde en bote a San José de Mayo, una pequeña población de Uruguay para visitar a su "vieja” y llevarle pan y pan dulce que a ella le gustaba y se ponía tan contenta,  y volvía a las 10 de la noche o un poco mas tarde, de manera de estar en la panadería y poder levantarse a las 5 de la mañana.

Cuando Isidro vio a Jacinto lo saludó efusivamente y luego extendiéndole los brazos, le ofreció la bolsa con el vino. Jacinto retribuyó el saludo y lo llevó a una habitación, donde se cambiaban de ropa y lo invito a sentarse, sin soltar las botellas de vino.

Isidro aprovecho la ocasión para intimar y adular a Jacinto diciéndole refiriéndose al vino: -Es para festejar las muchas cosas que tenemos en común-. Jacinto confundido y sorprendido le pregunto:- ¿Que cosas? Muy suelto de cuerpo Isidro le contesto: -Qué los dos somos uruguayos y los dos tenemos la madre en Uruguay-.
Jacinto con gesto de incredulidad inquirió: -¿Vos sos uruguayo? ¿Como te llamas?
Isidro con desparpajo replico -Washington Martínez- y agrego sacando el papel que le había dado el Capitán: - Aquí tenés el documento que me dio el Capitán, cuando perdí en el río el saco en un descuido. Y continuó: -Yo a mi madre la tengo en Colonia y vos la tenés en San José de Mayo,  fijate si tenemos cosas similares y comunes.

En este momento y con el hornero confundido, Don Isidro pensó que no convenía ahondar en más detalles y que era el momento de efectuar el pedido de cruzar el río,  para cortar el relato y no dejarlo reaccionar.

Don isidro, con gesto amigable, le dijo a Jacinto: -¿vos sabés cuanto hace que no veo a mi madre?, cada tanto le mando unos pesos- y se quedó callado esperando la reacción del hornero.
Jacinto sorprendido le pregunto:- ¿Y porque no la vas a ver? Con el Buque bus podes ir todos los días Don Isidro quiso recomponer la situación que se le iba de las manos, reacciono rápidamente y contesto: - Tenés razón. Pero siempre por un motivo u otro no voy.- y agrego - Y si me haces la gauchada de llevarme cuando vas vos?

Jacinto, más sorprendido que antes le pregunto:- ¿Yo como podría hacerlo?  Te vuelvo a decir que con el Buque bus podes ir todos los días.

Don Isidro se paro y acercándose a Jacinto le replico: -¿vos no vas seguido en bote a San José de Mayo?-, y agregó -Yo de allí me iría a Colonia y a las 10 de la noche regresaría para volver con vos a la Isla-

Jacinto le dijo a Isidro: -Yo conozco a un guardia al que siempre le llevo algo, hace la vista gorda y me hace guardar el bote a mas de 100 metros, pero no se que pasaría si me ve con otra persona,  por ahí no le gusta y nos detiene o nos lleva por contrabandistas

-Don Isidro le replico a Jacinto : -Decime que querés que le lleve y se lo llevamos-, y agrego - Yo lo considero un gran favor y a vos no te cuesta nada- y siguió machacando: -Te doy $ 2000,— para que le compres lo que quieras-

Jacinto titubeó y después de unos momentos los tomó.  Nunca había tenido semejante cantidad en su poder.  Y hacién­dose el interesante le dijo: -Voy a ver que puedo hacer.  Vos seguí con la excursión y vení a las 2 de la tarde a verme.  Por favor no le digas nada a nadie.  Isidro abrazó a Jacinto y por lo bajo le dijo: -Te lo agradezco infinitamente! No te vas a arrepentir!

Luego de visitar el lugar donde estuvo Frondizi cuando siendo presidente fue derrocado y no quiso renunciar y de recorrer toda la isla, almorzó con los otros turistas y a las 2 de la tarde se escurrió para ir al baño.  Siempre con el portafolios en su poder, fue a ver a Jacinto que lo hizo entrar donde estaba el horno a leña con el cual hacía los pan dulce y le dijo: -hasta las 4 de la tarde te quedás aquí adentro, te ponés este delantal blanco de harina y este sombrero alado y vas a tener que llevar esta gran canasta,  para no llamar la atención.  A las 4 de la tarde te encaminás por ese pasillo hasta el depósito de las provisiones.  Cuando yo pase hacia el río, sin decir nada me seguís hasta el bote.

Isidro,  luego de ponerse el delantal y el sombrero alado puso el portafolio dentro de la canasta y se quedó pensando,  si por las dudas no seria útil separar $ 5000,  ante la emergencia de algún imprevisto.  Envolvió el dinero,  lo puso en el fondo de la canasta y encima coloco el portafolio
Esperó las 2 horas, y al fin apareció Jacinto, tomó un paquete y en forma cansina empezó a caminar.

Isidro hizo lo mismo, pero se le cayó el sombrero y la canasta.  Rápido tomo todo y empezó a correr hacia el embarcadero,  pues Jacinto ya le llevaba una considerable distancia.  Llegó con la lengua afuera, sin sombrero,  con el delantal desprendido y la canasta bajo el brazo.  Jacinto ya había desprendido las amarras,  hizo una seña para que subiera al bote. Isidro lo hizo,  pero casi se cae al agua y lo ayudó Jacinto tomándolo de un brazo y haciéndolo sentar, pero como había una diferencia de peso el bote se había inclinado hacia delante, y esto era muy peligroso. Jacinto tomo la canasta (que tenia el portafolios adentro) y le cruzo dos remos en la manija, (los remos estaban en el embarcadero), para nivelar un poco el bote.
Jacinto puso la canasta con el peso adicional en la parte de adelante y se sentó a continuación, coloco los otros 2 remos en las clavijas y lentamente comenzó a remar. Hacía mucha fuerza y el agua casi entraba en el costado del bote.  Isidro tenía los ojos fijos en la canasta y en el agua que de a sorbitos entraba al bote.  Comenzó a pensar si habría sido buena idea el cruzar con el bote.  De pronto lo empezó a rondar la idea de si se hundía (el no sabia nadar), si se perdía la canasta,  que como una marioneta hacia equilibrio,  el se quedaría sin nada en un país extranjero y sin documentos, si lo tomaban preso y lo expatriaban,  su esfuerzo habría sido en vano.

A medida que se alejaban de la costa, más era el agua que entraba en el bote.  Jacinto rompió el silencio y acercándole un jarrito que tenia cuando lavaba el bote le dijo a Isidro: - saca urgente el agua porque nos hundirnos.  Isidro comenzó a sacar el agua que entraba a toda velocidad hasta que Jacinto lo paro viendo que se movía mucho.  Ahora Isidro solo movía el brazo sacando el agua y pensaba que todavía faltaba la mitad del trayecto.  Pensaba que si se salvaba, seria la última vez que abordaría un bote.

Se acercaron a la costa uruguaya y cuando estaban a un metro de amarrar, Jacinto dobló hacia la izquierda 150 metros paralelo al borde, hasta llegar a una hendidura en el cemento que era el lugar que el gendarme le dejaba guardar el bote.

Jacinto sacó los remos de las clavijas y los puso en el piso del bote y lo amarró.  Puso la canasta con los remos adicio­nales en el amarradero y te dijo a Isidro: -Compatriota hemos llegado y tuvimos posibilidad de hundirnos porque vos sos muy pesado, pero además tengo posibilidad de ir preso por contrabandista y puso la mano sobre la canasta que traía el portafolios- y continuó: -vos no vas a ver a tu madre, vos te estás fugando,  no se porqué y tampoco tiene impor­tancia.- y agrego con picardía con un dedo en el ojo - pero si te creíste que me habías pasado, te comiste un garrón-  y tomo el portafolios, viendo que en fondo de la canasta había otro paquete.

Isidro lo miraba absorto, no atinando a hilvanar palabra alguna, tan sorprendido estaba que quiso retroceder y no se dió cuenta de que todavía estaba en el bote y casi se cae al agua.  No salía de la sorpresa que se había llevado y no podía responder porque la situación lo había superado y no lo dejaba pensar.

Jacinto le facilitó las cosas cuando le dijo tomando el paquete y ofreciéndoselo: -¿Esto es lo que me querías dar para sellar el servicio? ¿No te parece muy exiguo por tu vida? -. Isidro tomó el paquete y con mucho interés le pregunto: -¿cuándo te diste cuenta?-

Jacinto le contesto: - Primero por la perdida del saco, como está fresco y ventoso nadie se lo saca.  Segundo por lo rápido que me diste la cantidad sin preguntar, mas creíble que regalo se podía llevar. Tercero, hasta el más desalmado de los hombres tiene un amor muy profundo por su madre y no dejaría de verla.  Pero aunque te parezca mentira, yo soy muy incrédulo,  tengo que estar muy convencido para aceptar algo.  Pero lo que me dió la certeza del embuste fue el hecho que el segundo marido de mi madre se llamaba Washington Martínez y la cagaba a palos todos los días, hasta que me animé y le dí una paliza que lo mandé al hospital y lo eché de la casa de mi madre! No podés imaginarte lo que odiaba yo el nombre de Washington Martínez!

Jacinto con una tenue sonrisa agregó: - Qué le vas a hacer, casi me trago el anzuelo- y continuó: Por esta calle seguís 2 cuadras y encontrás la terminal de ómnibus y te podes ir adonde vos quieras.  Que tengas mucha suerte Washington Martínez, y se perdió en la oscuridad.

Isidro se puso el paquete en el bolsillo del pantalón, se abrochó el delantal blanco y se puso el sombrero. Llego a la terminal de ómnibus y se sentó en el bar para pensar que hay gente que es muy inteligente y sagaz para resolver situaciones y sin embargo simula muy bien.  Se juró que tendría mucho cuidado de ahora en adelante pues el descuido le había costado u$s 300, 000 y que no había podido hacer nada para resolverlo. Todos los planes que había hecho se derrumbaron salvo el de llegar Uruguay, pero en una condición precaria y no como ganador. Tomó una gaseosa y luego llamó al mozo para preguntarle si conocía algún lugar donde necesitaran para trabajar y además de un café que le dijera donde podía pernoctar y comer algo que no fuera muy costoso. El mozo como no habla nadie se sentó en la mesa y le dijo: -bienvenido al club, yo estoy en la misma situación y me parece que voy a trabajar como obrero golondrina para levantar cosechas de temporada.  Lo sé por mi cuñado que por 3 meses de tarea gana 4 veces más que yo en el mismo tiempo. A veces está sin trabajo por uno o dos meses pero luego se levanta otra cosecha y vuelven a ocuparlo porque necesitan levantar rápido lo sembrado sino se pierde.-
Y agrego - ¿pero Vd. no es rabino? perdone lo había confundido por el sombrero y el guardapolvo- y siguió hablando -dentro de una hora sale un micro para Minas y cuando llega hace 50 metros hacia la derecha y se encuentra con la pensión "Argentina", que es muy barata y se come y duerme muy bien- y agrego -además en la pensión le pregunta lo del trabajo porque ellos reciben a todos los que van al interior se trate de golondrinas o estables. Es muy buena gente y ayudan a todos.

Isidro siguió el consejo del mozo llego a Minas y fue a la pensión “Argentina” y luego de cenar le preguntó al dueño por el trabajo y este le dijo: -las golondrinas ya salieron, todos contratados, pero tengo un puesto de cuidador de porcinos, que es estable y por su edad es lo que más le conviene.  Es menos plata pero los jóvenes que hacen más plata, van de un lugar a otro y a veces comen y duermen en el campo donde cosechan.
Ahora si no lo quiere, se levanta a las 5 de la mañana y habla con los contratantes golondrinas y seguro que lo contratan.

 Isidro siguió el consejo del dueño de la pensión "Argentina" y le dijo que aceptaba el trabajo y este le contesto que lo iba a levantar a las 7 de la mañana para estar a las 8 en la estancia donde iba a trabajar y que el lo iba a llevar.

Isidro se levantó antes porque no había dormido. Fue hasta el bar y el patrón le sirvió el desayuno y cuando le quiso pagar todo lo que le debía el patrón que se llamaba Guillermo, le dijo: - no se preocupe porque si no acepta el trabajo, le cobraré, pero si lo acepta, todo va por cuenta mía.- y agrego - desayune tranquilo que yo le aviso-.

Isidro, que iba de sorpresa en sorpresa,  pensaba cual era la razón por la cual no le había cobrado. Si bien era de muy buen corazón, no era tonto y el bar constituía su trabajo. Pero como si se hubiera despertado pensó: -salvo que tenga Interés en ese negocio y entonces no me está regalando nada, vamos a tener que tener cuidado.

Después del llamado, Isidro subió al sulky, que era tirada un hermoso y brioso potro blanco. El patrón, luego de putearlo porque no se quedaba quieto, comenzó el trayecto hacia la estancia que era muy grande y tenia muchos trabajadores.
Cuando llegaron todos lo saludaban y le ordenó a un campesino que se hiciera cargo del sulky.
Este fue corriendo y el patrón lo esperó, cuando tomó las riendas le dijo al campesino: -A este largalo a pastorear con las yeguas porque está alzado y atame la yegua negra, que dentro de un rato me voy.

La estancia tenía muchas plantaciones y campos de pastoreo además de barracas donde había animales de corral y los famosos porcinos, que constituían una recua infecta y maloliente que seguramente nadie quería tomar.  Ahí se dio cuenta el porqué de las dadivas del patrón y el interés personal en llevarlo.

Isidro razonó un poco mientras esperaba y llegó a la conclusión de que nadie se acercaría a ese lugar por lo que constituía un seguro muy importante y además yendo al futuro, imaginaba que Alberto (el patrón) tendría muchas conexiones y si el andaba bien y le trabajaba bien, podía hacerse amigo, cosa importante para obtener los nuevos documentos y si se podía borrar definitivamente su anterior afiliación y obtener una vida nueva en libertad.

Por lo tanto haría lo posible por bancarse el lugar infecto y maloliente.  Sin embargo lejos estaba Isidro de imaginarse su futuro.  La estancia se llamaba "Tango Mío" y también pertenecía a Alberto, dueño de la pensión "Argentina", que a su vez es argentino como lo son su esposa e hijos.

Alberto le dijo a su hijo Marcelo, que se ocupaba de la Barraca de animales de corral que Washington Martínez se haría cargo de los porcinos, que le indicara donde se alojaría y que le dijera que es lo que tenia que hacer todos los días. Marcelo era un cabeza fresca, chistoso pero buen pibe y le dijo a Washington Martínez  -No se preocupe por nada, cualquier duda me dice a mi, que yo lo voy a ayudar pero tiene que cuidar a esos chanchos que son la mierda especificada y tienen un aroma que apesta.

Y siguió diciendo mientras le ponía la mano en el hombro y entraban en una barraca que también apestaba: -Aquí va a comer y dormir con estos horarios y no se preocupe que todos hace­mos lo mismo.  Desayunamos las 5 y 30 hs y a las 6 hs empezamos a lavar con la manguera antes de tirar los restos de comida y los granos y pastos y cada hora se le agrega lo que le falta.  Almorzamos a las 12 hs., siesta de las 13 hasta las 15 hs.  Luego trabajamos hasta las 19 hs. donde el que quiera se puede bañar, a las 20 hs. cenamos, y a las 21 hs. a dormir hasta el otro día.  Siempre así de lunes a domingos.  Me olvidaba que tienen que ponerse el mameluco, porque se salpican y cada tres dias se le da otro y entregan el sucio y así sucesivamente.

Isidro, alias Washington Martínez, pensaba que seria lo peor, si cuidar a los chanchos o la cárcel.  Pero con poco dinero y sin trabajo, adonde iría.   Esa fue la razón que lo obligo a aceptar, sin darse cuenta del error que le costaría la vida.

Isidro tímidamente le pregunto a Marcelo:- ¿y cuando se puede ir al pueblo para comprar algo, divertirse, ver algún espectáculo?  Marcelo se sonrío y amablemente le contesto  -Todos preguntaron lo mismo, pero no se inquiete Washington que hay solución- y paso a explicarle -como son 4 personas que trabajan en esta barraca, cada domingo, yo o mi padre Alberto lo llevamos al pueblo y nos quedamos todo el ida; mientras que los tres que quedan se hacen cargo del trabajo del que se va.

Isidro, alias Washington le agradeció, mientras pensaba que en ningún momento estaría solo para averiguar si habría alguna otra forma de subsistir y se fue a poner el mameluco, los borceguíes y el gorro, para empezar a trabajar.

Marcelo le explicó amablemente como tenia que hacer y el cuidado que tenia que tener, así como la distancia donde colocarse, como limpiar el desagüe y sobretodo que no se resbalara que podía ser fatal.

Desde que empezó a trabajar, no paraban las ganas de devolver y se la pasaba de arcada en arcada, siempre con los ojos llorosos y gesto de asco.
A veces se le escapaba la manguera y mojaba a otros peones y a otros animales, dando lugar a ser reprendido por su actitud. Comía muy poco y casi no dormía.  El día que le toco ir al pueblo, se la pasó aspirando el aire puro del sendero, casi no comió y cuando volvieron, rápidamente se puso a dormir y no cenó. Marcelo hablo con su padre y éste le dijo que habría que esperar, porque a veces tardan un poco en acostumbrarse al olor y pasado un tiempo pierden el olfato.
Al otro día, Marcelo,  al no ver desayunando a Washington, fue a despertarlo y se encontró que respiraba pero que no habría los ojos.  Lo sacudió varias veces pero no despertaba y emitía muchas incoherencias, del orden de:

-Escúchame bien de ahora en adelante, Carmelo no existe y no trabaja mas conmigo--Vos no tenés compostura-
-yo pare porque me consultaron y en cambio vas a recibir todos los cortes-  Aquí no interesa lo que dice el plano, sino lo que le digo yo-

•Al metro de medianera que hiciste, le vas a sacar un ladrillo para que quede de 30 cm -
-luego todas las medianeras de los exteriores, las haces igual, es decir a 30 cm.-
-esto constituye una grave falta y te tendría que echar-
-te tengo en capilla y además no te voy a pagar las horas extras-


Marcelo estaba aterrado, no sabia que hacer. No entendía nada. Por eso, se lo vio nervioso y puteando, lo que no era su costumbre.
Al salir le dijo a un peón que miraba atentamente: -no te muevas de aquí y fíjate si se despierta recalcando agregó: Parece muerto, la puta que lo parió- y agrego - Yo voy a ver al viejo y que él se haga cargo - y volvió a repetir muy nervioso y preocupado.  Parece muerto, la puta que lo parió- Y subiendo al sulky se fue a ver al padre. Luego de dos horas, apareció de nuevo el sulky con Marcelo, el padre y un médico. Cuando Marcelo preguntó si había pasado algo,  todos contestaron que seguía inmóvil.

El medico lo reviso prolijamente y ante la pregunta del padre sobre cual era la afección que padecía, se sentó y dijo:  En principio podría tratarse de una alergia nervosa, pero no podríamos afirmarlo.  Es imperativo realizar todos los análisis, radiografías, ecografías, tomografías resonancias magnéticas y seria muy útil llevarlo ahora mismo al sana­torio para hacer todo y no perder más tiempo.

El padre de Marcelo miro largamente al medico y contesto:-en este momento no podemos decidir adonde lo lleva­remos y además debemos consultar a su familia - y agrego: -déjenos todas las ordenes y nosotros lo llamaremos-

Luego, señalando al sulky le dijo al medico:-por favor suba, que lo llevo hasta el pueblo- Y mirando a Marcelo le ordenó que lo acompañara.

Llegaron al pueblo y Alberto acompaño al medico. Marcelo saludo al medico y se quedo en el sulky esperando a su padre. Cuando regresó le dijo a su hijo:-¡Te dije muchas veces que no te involucres con las personas que trabajan con nosotros!- Y continuó -no son familiares nuestros y si tienen algún problema los derivamos hasta el hospital del pueblo donde lo atenderán lo mejor posible.-  y finalmente agregó: -no sabemos quien es, hace unos días que mal trabaja con nosotros, no me mostró documentos y querés que me haga cargo de una dolencia que ni el medico sabe de qué se trata- dicho lo cual enfiló el sulky hacia la pensión "Argentina*

Cuando llegaron fueron directamente al comedor interior que estaba desierto y Marcelo, visiblemente nervioso, se dirigió a su padre y le espetó:-¿Viejo que te pasa, no te da lastima de una persona indefensa que no tiene a nadie?  ¿lo vas a abandonar en un hospital que no tiene ni algodón ni gasa para una herida? ¡Por favor déjate de joder, yo no creía que eras así! ¡Por favor sácale la cédula e internémoslo en el geriátrico, le hacemos los estudios y lo curamos!

Alberto se quedo pensando y no se dio cuenta que había llegado Ximena, su mujer y tomando del brazo a su hijo Marcelo, le dijo,-Porque no le haces caso al chico y salvas a ese hombre, que dios te lo va a recompensar  -Alberto no contestó, se sentó, tomó el teléfono y llamo a su amigo Rubén Darío Malagamba que trabajaba en el registro de las personas y le pidió que le hiciera un favor. Cuando cortó dijo más aliviado: -Marcelo tenés que ir al destacamento de policía y tenés que ver al comisario Edison Porta y le decís que un trabajador de la estancia perdió sus documentos y que tenemos que internarlo en el geriátrico con la denuncia de extravío y que la semana que viene pedimos el duplicado.  El nombre con que lo inscribimos fue el de Washington Martínez, oriundo de Canelones, y su fecha de nacimiento es seis de junio de 1966 (06/06/1966)
Marcelo, henchido de alegría, salió corriendo hacia el destacamento y efectúo la denuncia con el comisario, el que le dio un comprobante. Desde la comisaría llamó a la ambulancia para que lo pasara a buscar en la pensión "Argentina", para ir a la estancia "Tango Mío" y llevar a Washington al geriátrico "General Atraigas", donde tenían el seguro de accidente de trabajo.  Dos horas después la ambulancia entraba en el geriátrico "General Artigas", llevando a Washington que seguía en el mismo estado. Luego de darlo de alta, Marcelo hablo con el Dr. Walter González informándole del estado del paciente, y la opinión del medico que lo había visto como así también los estudios y análisis que recomendaba.

El Dr. Walter González ordeno hidratarlo, para luego empezar, según su evolución, los estudios pertinentes.  Una semana después, Marcelo fue al geriátrico para interiorizarse del estado de Washington y habló con el Dr. el que le informó que había sido hidratado y le habían hecho los análisis y una parte de los estudios y que estaba estable, había abierto los ojos y ante el requerimiento de movimientos y sonidos había respondido aceptablemente.  Marcelo le pidió al Dr. Walter González poder verlo a lo que le ordenó que solamente le hiciera señas con la mano.

Así lo hizo y Washington respondió moviendo su mano y Marcelo se fué.

Las próximas visitas de Marcelo fueron muy buenas y empezó a llevar a su novia Rocío Ríos, que se hizo muy amiga de Washington, que convaleciente, empezó a ayudar al doctor con los pacientes pues no tenían mucho personal y coincidió con la renuncia de la enfermera-secretaria que se fué porque ganaba muy poco.  Pero como no hay plazo que no se cumpla ni mentira que se sostenga, Washington iba a meter la pata de bueno que era nomás. Ocurrió que luego de una gran lluvia y viento, apareció una fisura que abarcaba parte del frente y se extendía hasta la mitad del techo y daba la impresión de que Iba a partir el edificio.  Washington de puro comedido y para quedar bien con el doctor que lo estimaba mucho por lo que colaboraba con el geriátrico, le dijo del peligro que entrañaba la fisura y como se podía solucionar. También le acercó la lista de hierros y materiales necesarios.  El Dr. Walter González aprovechando que con la ambulancia fue a ver a un enfermo, se llego hasta la pensión "Argentina" y le comunico la novedad a Alberto que siempre colaboraba con la institución además de tener su seguro de accidente de trabajo allí.

Alberto tomo la lista de materiales y le dijo al doctor, que cuando terminara de ver al enfermo pasara que le daría los materiales para hacer la Reparación. Pero en el apuro no le pregunto quien lo iba a reparar.

El Dr. Walter González le agradeció a Alberto todos los materiales y patrio raudamente para el geriátrico.
Cuando el doctor se fue, Alberto reparo que no le había preguntado quien lo iba a hacer y rápidamente se comunico con Marcelo para que fuera a ver de que se trataba y cualquier cosa se comunicara con Darío Várela que es el que reparaba todas las propiedades.

Marcelo le dijo a el Dr. Walter González, que su padre estaba preocupado por que en el apuro no le había preguntado quien iba a hacer el trabajo a lo que el doctor le contesto:-decile a tu papá que se quede tranquilo porque ya lo esta haciendo Washington con la ayuda de los ancianos que están mejor-

Allí a Marcelo le cayó la ficha, se quedo mirando hacia el techo, prolijamente terminado y como en un sueño comenzó a recordar las frases que pronunciaba Washington cuando estaba tan mal y que provoco su internación a saber:

-Aquí no interesa lo que dice el plano, sino lo que lo que digo yo-
-Al metro de medianera que hiciste, le vas a sacar un ladrillo para que quede de 30 cm --luego todas las medianeras de los exteriores, las haces igual, es decir a 30 cm.-

Ato cabos y todo cerraba.  Por lo menos tenía conocimientos de la construcción de edificios y ejercitarlo le agradaba. Se sentó al pie de la escalera y esperó a que terminara para saludarlo y hablar con él. Cuando por fin bajó, lo saludo y le dijo: -Me alegro que se vaya recuperando y comience a realizar alguna tarea -y agrego -¿a qué se dedicaba antes de venir a trabajar con nosotros?

Washington se sorprendió de ver a Marcelo y trató de recomponerse saliendo de la situación embarazosa de la mejor manera posible y contest al boleo: ¡Albañil!

Marcelo, que era un buen pibe, pero no tonto, le dijo:- nunca lo dijo, creíamos que era golondrina
-a lo que Isidro le res­pondió- nunca me lo preguntó-

Marcelo lo miró con una sonrisa pícara y espetó :-Quédese tranquilo, que voy a hablar con mi padre para ver si le podemos cambiar de tarea- y agrego:- ya le hemos sacado la cédula- 

Washington se hizo amigo de Rocío, la novia de Marcelo y la trataba como una hija y por ella se enteró de que pen­saban casarse pero el inconveniente era dónde iban a vivir, porque Alberto quería que fuera en la estancia "Tango Mío", y ella no quería.

Washington le dijo a la novia de Marcelo, que en la pensión "Argentina", había mucho lugar y se podía construir una linda casa con pileta y que él la podía asesorar.

El Dr. Walter González estimaba mucho a Washington, que se había encargado de seguir haciendo las repara­ciones que necesitaba el geriátrico. Debido a ello Washington se animo a pedirle al Dr. si lo podía tomar efec­tivo en vez de volver a la estancia cuando le diera el alta.  El Dr. le respondió que el ya lo habla pensado y al consul­tarlo con Alberto este dijo que debía regresar a la estancia cuando le dieran de alta.  Al insistirle, agrego el Dr. -el dueño de la pensión, dijo que el no pagaría los sueldos. Y como sabe Ud. nosotros no podemos pagarle.

El tiempo se iba acortando para que Washington regresara a la estancia,  pero el Dr. lo estiraba con el asentimiento de Alberto, aprovechando realizar todas las reparaciones que necesitaba esa casona de 75 años, que nunca había sido ni pintada.

Washington aprovechaba el tiempo que le quedaba y cuando lo fue a visitar la novia de Marcelo, le dijo que en la pensión "Argentina*, había mucho lugar y se podía construir una hermosa casa con pileta y un mirador para que se pudiera pintar que era lo que hacia como "hobby".

Acto seguido le mostró un borrador de plano proyectado, donde desarrollaba la casa, los jardines, la pileta y el mira­dor todo cubierto de vidrios con visión de los cuatro costados y el techo. Rocío lo miro emocionada y esbozó un gesto de negación pues el padre de Marcelo había dicho que si se construía debía hacerse en la estancia que es donde el trabajaba.

Washington le dijo a Rocío que le mostrara el borrador del plano a Marcelo, y que lo conversara con él, pues estaba convencido que le iba a gustar y que convencerían a Alberto.  Mientras estaban mirando el borrador del plano, apareció Ximena que pregunto de que se trataba y al enterarse que era para su amado hijo se puso eufórica y dijo que no solo le parecía bien sino que le iba a decir a Alberto que quería algo parecido para ellos, cuando encararan la refacción de la vieja casona.

Ximena luego de algunas peleítas con Alberto, logró que aceptara y le comunico a los chicos que se iba a construir su nidito de amor y posteriormente se refaccionaría la vieja casona.

Alberto hablo con Washington y te dijo que todo se haría según la reglamentación del Departamento de Minas, que hiciera los planos definitivos y los hiciera autorizar. También le pidió la lista de materiales, hierros, aberturas y pinturas, mezcladora y cuanta gente necesitaba.

Washington había resucitado. Por primera vez,  luego del desastre que ocurrió, se sentía entero, prepotente como en su época dé esplendor, dando ordenes y no aceptando nada más de lo que él dijera.

Pero había algo más que nunca había sentido tan profundo, que era el cariño que sentía por Rocío y Marcelo.  Los quería como si fueran sus hijos y una alegría muy profunda lo embargó cuando supo que les podría hacer la vivienda con sus manos.
Rocío y Marcelo, no lo podían creer. Cuando vieron con que maestría y pulcritud había hecho los planos de lo que mas que un nidito era una mansión con todos los detalles y confort.  Pero lo que más sobresalía aparte de la forma de la pileta era la torre de vidrio, que en el medio de la construcción asemejaba un mirador de los cuatro costados y que era el taller de pintura para Rocío.

Marcelo pregunto para que querían un mirador y Washington le respondió: -Rocío llegará a ser una gran pintora y necesita tener privacidad y buena luz para crear-  a lo que Marcelo con picardía la miró y le espetó:-Ya te compraste a Washington- y agregó:-Pero me gusta mucho y estoy contento que lo haga-

A pesar del conflicto generacional que se había instalado entre Alberto y los chicos, debido a que él siempre había cuidado el dinero y no había hecho grandes reparaciones (la casa tenia treinta años) empujado por Ximena, accedió a todo lo que pidió Washington y agregó que la torre de cristal se haría de Blindex y lo iba a pedir a la casa matriz.

Washington trabajo con una voluntad encomiable y hasta llegó a olvidarse del desastre de la calle Caseros.  Estaba en todos los detalles y verificaba cada columna, cada pared, cada techo.

Cuando terminaron la escalera interna para acceder a la torre, habló con los de Blindex, les dió los planos y le dijo que la estructura debía ser aluminio reforzado y los vidrios se deberían pegar con mucho cuidado por la altura que tenia.  Hicieron primero la estructura,  la empotraron con cemento y la soldaron. Luego con grúas comenzaban a colocar los vidrios uno a uno y lo pegaban con mucho cuidado.

Comenzaron con los paños de abajo que llegaban hasta el pi­so.  Primero se colocaba el pegamento y luego se colocaba el vidrio de 8 mm., se ajustaba, se apretaban los tornillos y las pestañas, quedando de esta manera inamovible.  Cuando se llegó al último tramo de arriba se iba cerrando la abertura reforzando el pegamento y los tornillos.

Un día, cuando sonó la campana del almuerzo, un colocador de Blindex comenzaba a desparramar el pegamento sobre el aluminio y abandonó cuando había hecho solo un lado.  Antes de irse, colocó en forma provisoria el vidrio para que no se cayera y bajo a almorzar.  Desde el piso parecía que estaban bien cerradas las pestañas y colocados los tornillos. Pero como se trataba de 5 metros de altura,  pasó como que estaba terminado y siguieron colocando los vidrios que faltaban hasta terminar.

Luego se termino de pintar y desde afuera más que una casa parecía un palacio con la cúpula de cristal. Se llamó a los electricistas y comenzaron a trabajar y cuando terminaron la parte de abajo uno de ellos subió a la cúpula de vidrio para ver qué materiales necesitaba y se impactó de lo hermoso que había quedado todo.  Llamo a Washington y este no lo escuchó.  Observando que Washington estaba abajo aparte de gritar, comenzó a golpear el Blindex para llamarle la atención.  Cada vez golpeó más fuerte para intensificar el llamado sin darse cuenta que se trataba del vidrio que había quedado sin pegar.

Tanto golpeo contra el vidrio, que despego el único sector que tenia pegamento y el Blindex se vino de arriba hacia abajo, produciendo un efecto de arrastre que llamo la atención de Washington, que despaciosamente comenzó a darse vuelta para ver de que se trataba.  Cuando se cayó el vidrio, golpeó contra la pared y luego dió de lleno en la cabeza de Washington, que ni noción tuvo de lo que había pasado.

Los electricistas no salían de su estupor y puteaban al que estaba arriba que había desprendido el vidrio. Llamaron a la ambulancia y estos llevaron a Washington, desmayado y todo ensangrentado, al geriátrico “General Artigas” El Dr. Walter González comenzó a auscultarto para ver si tenia signos vitales, porque parecía muerto. Comprobó que tenia el pulso muy bajo pero su corazón latía y ante el peligro de una infección le coloco la antitetánica. Su estado era gravísimo y llamó urgentemente al neurólogo para que le diera su opinión.  El neurólogo manifestó que el pronóstico era reservado y que recién en 48 horas se sabría si habría posibilidad de reaccionar o se produciría el deceso.

Muchas personas se interesaron en su salud y el comisario Edison Porta inicio el sumario por el accidente, deteniendo preventivamente al electricista y posteriormente hizo comparecer a los colocadores de Blindex, que ante la negativa del hecho los amenazo con acusarlos de asesinato. Luego apareció el que había arrimado el vidrio y no había terminado el trabajo, inmediatamente el comisario dejo en libertad al electricista y detuvo incomunicado al colocador de Blindex, bajo el cargo de asesinato Involuntario,

Rocío y Marcelo, casi vivían en el geriátrico apenados por la suerte de Washington.

Luego de una semana de estar entre la vida y la muerte el neurólogo se reunió con el Dr. Walter González y llego a la conclusión de que si bien se habían restablecido los signos vitales, no había despertado y balbuceaba cosas incom­prensibles. Su pronóstico era que había perdido la memoria debido al brutal golpe y que podía quedar postrado.

Pasaron 10 años.  El geriátrico se había transformado en un moderno hospital con un gran parque que albergaba al geriátrico remozado.
Dos chicos de 9 y 7 años retozaban en unas hamacas y se tiraban hojitas de vegetación y corrían a más no poder gritándose entre ellos.
Una joven mujer comenzó a llamarlos y los chicos no le hacían caso y seguían corriendo y gritando, hasta que se cansó y los llamó imperativamente: -Washinghton!  ¡Isidro!  Vengan acá que nos tenemos que ir!
La joven mujer se despidió del anciano que caminaba constantemente.  Le dio un beso, lo abrazó y le dijo a los chicos que lo besaran y se fue.

El anciano que caminaba constantemente, en un tramo de 10 metros, yendo y viniendo sin pausa hablaba mirando el aire y decía muchas incoherencias del tipo:

-Escuchame bien, de ahora en adelante, Carmelo no existe y no trabaja más conmigo

-Vos no tenés compostura
- Yo paré porque me consultaron y en cambio vas a recibir todos los cortes
- Aquí no interesa lo que dice el plano, sino lo que digo yo, Don Isidro.

-Al metro de medianera que hiciste, te vas a sacar un ladrillo para que quede de 30 cm.  Luego todas las medianeras de los exteriores las hacés igual, es decir a 30 cm

Esto constituye una grave falta y te tendría que echar
Te tengo en capilla y además no te voy a pagar las horas extras

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